lunes, 11 de junio de 2012

El Diario del Sr. Darcy- Amanda Grange AGOSTO (1)


Domingo 3 de Agosto


Bingley y sus hermanas se nos unieron a Georgiana y a mi justo después del desayuno, y partimos rumbo a Pemberley. Para empezar,Caroline habló de su visita a su primo, pero después la conversación se volvió en una ola de halagos.
“¿Qué hermoso coche tiene usted, Mr Darcy?” ella dijo, mientras transitábamos por las calles. “Charles no tiene ninguno como éste. Le sigo diciendo que debería comprar algo de este estilo.”
“Mi querida Caroline, si comprará todo lo que quisieras, estaría en bancarrota al final del año.” dijo Bingley.
“Tonterías. Todo caballero debe tener su carroza, o usted qué opina, ¿Mr Darcy?” preguntó.
“Es ciertamente muy útil.” admití.
“¡Darcy! ¡Confiaba en ti para estar de mi lado! Estaba seguro que lo calificarías como una extravagancia.”
“Si esperas viajar mucho, entonces es más barato que alquilar un coche.”
“Ahí lo tienes” dijo Caroline, dirigiéndome una sonrisa. “Mr Darcy está de acuerdo conmigo. Que afable es cuando dos personas piensan igual. Debes de tener respaldos en justamente este color, Charles,” dijo, volteando hacia los asientos.
“Me aseguraré de que sean de un color totalmente diferente” respondió, “de otra forma, no sobria si es mi coche o el de Darcy.”
“Que cómodo es,” dijo Caroline. “No es asi, ¿Georgiana?” pregunto, recurriendo a mi hermana.
“Si, lo es.” dijo Georgiana.
“Y tan bien moldeado. Charles, debes de asegurarte que tu coche tenga estos mismos resortes.”
“Si lo hado, el coche de Darcy será muy incomodo sin ellos.”
“Y tendrás que mandar construir un escritorio para escribir en el coche.”
“Me disgusta escribir cartas cuando estoy quieto, y no tengo ninguna intención de hacerlo mientras soy sacudido por cada raíz y hoyo.”
“Pero tus compañeros de viaje podrían disfrutarlo. ¿Qué dices Georgiana? ¿No sería útil?”
“Si.” mi hermana aventuró.
“Ahí lo tienes, Charles. Georgiana piensa que sería útil, y no solo para escribir, tenlo por seguro. También sería útil para dibujar. ¿Cómo está tu progreso con el dibujo?” le preguntó a Georgiana.
“Bien, le agradezco.”
“Mi hermana me dio un dibujo de Hyde Park la semana pasada.” dije.
“¿Estaba bien hecho?” preguntó Caroline.
“Estaba muy bien hecho.” dije con una cálida sonrisa.
“Recuerdo mis propios días de escuela. ¡Como me encantaba dibujar! Debe dejarme ver ese trabajo, Georgiana.”
“Lo dejé en Londres” respondió mi hermana.
“No importa. Lo veré la próxima vez que nos encontremos.”
Viajamos en paz y sin problemas y nos detuvimos para pasar la noche en el Black Bull  (toro negro). Era una respetable hostería. La comida era buena y los cuartos cómodos. Le había dicho a mi criado que me despertará temprano. Tenía algunos cartas que escribir antes de que siguiéramos nuestro viaje. 





Martes 5 de Agosto



No puedo creerlo. He visto a Elizabeth. Apenas y se que estoy escribiendo. Fue tan extraño.
Estabamos de camino a Pemberley, Bingley, sus hermanas, Mr Hurst, Georgiana y yo, cuando nos detuvimos para la merienda en una posada. El día era caluroso y las damas estaban cansadas. No deseaban viajar más lejos, y de hecho, le había dicho a mi ama de llaves que no llegaríamos sino hasta mañana. Pero estaba inquieto. Decidí adelantarme, deseando ver a Johnson y poner algunos asuntos del cuidado de la propiedad fuera del camino antes de que mis invitados llegaran.
Cabalgué a Pemberley. Era una tarde hermosa, y disfruté del paseo. Estaba saliendo de los establos, y caminando hacia el frente de la casa cuando me detuve  en corto. Me pregunté si estaba alucinando. El día era caliente, y  dudaba si me había afectado el sol. Pues estaba enfrente de mí una figura que conocía bien. Era Elizabeth.
Estaba caminando por el prado hacia el rio, en la compañía de dos personas a quienes no conocía. En ese momento ella volteó para ver hacia atrás. Me vio. Me quede plantado en el suelo. Estábamos a veinte yardas (18.28 metros ) de cada uno. No había forma de evitarla, aunque lo hubiera deseado. Nuestros ojos se encontraron y la vi sonrojarse. Sentí mi propio rostro ponerse rojo.
En fin, me recuperé. Caminé hacia el grupo. Ella había instintivamente volteado hacia otro lado, pero deteniéndose con mi cercanía, recibió mis saludos con gran azoramiento. Lo sentía por ella, y lo habría hecho más fácil para ella si hubiera podido. 
Mientras le hablaba no podía evitar preguntarme qué estaba haciendo ahí. ¡Estar en Pemberely! Parecía tan extraño, pero al mismo tiempo tan correcto.
“¿Espero que este bien?” pregunté.
“Si, gracias.” respondió, ruborizándose, e incapaz de verme a los ojos.
“¿Y su familia?”
Tan pronto como lo dije, la vi ruborizarse aun más, y sentí un sonrojo en respuesta  en mi rostro. No tenia ningún derecho de preguntar por su familia, habiéndolos criticado tan tajantemente en su cara, pero respondió educadamente.
“Están bien, gracias.”
“¿Hace cuanto que dejó Longbourn?”
“Casi un mes.”
“¿Ha estado viajando?”
“Si.”
“¿Está disfrutando el viaje, espero?”
“Si.”
Repetí lo mismo tres veces, preguntándole si se había divertido, hasta que pensé que era mejor permanecer en silencio, pues no tenía nada sensato que decir. Después de un momento me repuse y me despedí.
Encontrar a Elizabeth, aquí, ¡en Pemberley! Y encontrarla dispuesta a hablar conmigo. Había estado avergonzada, pero  no me había ignorado. Había contestado cada pregunta que le hice con más educación de la que merecía. 
¿Qué estaba pensado? Me pregunté. ¿Estaba complacida al haberme encontrado? ¿Mortificada? ¿Indiferente? No, no lo último. Se había sonrojado cuando me acerqué. Había estado enojada, tal vez, pero no indiferente.
La idea me dio esperanzas.
Entre a la casa, pero en lugar de dirigirme al cuarto del mayordomo, me vi yendo al salón.
No había estado tranquila, al menos eso estaba claro, y no había hecho nada para ayudarla. Había estado envuelto en sorpresa, y en un montón de otras emociones a las que no me atrevo poner nombre, y había sido incoherente.
Un caballero la habría calmado. Un caballero la habría hecho sentirse en casa. Un caballero le habría pedido que le presentara a sus compañeros. ¡Qué tan lejos de ser un caballero estaba yo! Me decidí a remendar mis errores pronto.
Saliendo a los jardines, le pregunté a uno de los jardineros en qué dirección se habían ido los visitantes, y fui en busca de ellos.
Los vi abajo, cerca del río. Me fui acercando. Nunca se me había hecho una caminata más larga. ¿Estaría complacida de verme? Yo esperaba, por lo menos, que no estuviera disgustada.
Me acerqué a ella. Ella empezó a hablar, con un poco mas de tranquilidad que en nuestro previo encuentro.
“Mr Darcy. Usted tiene una hermosa propiedad aquí. La casa es encantadora, y los jardines son muy placenteros”
Parecía que iba a seguir, pero entonces se sonrojó. Creo que ambos pensamos lo mismo: la casa podría ser ahora suya, si hubiera aceptado mi mano.
Para ayudarla en su apuro, dije: “¿Me haría el honor de presentarme a sus amigos?”
Parecía sorprendida, y entonces sonrió.  Había un rastro de travesura en su sonrisa, y me di cuenta de cuanto la había extrañado.
“Mr Darcy, permítame presentarle a mi tía y mi tío, Mr y Mrs Gardiner,” dijo.
Entendí la razón de su traviesa sonrisa. Estos eran los parientes a quienes había criticado, y había estado equivocado al despreciarlos. Ellos no eran las bajas conexiones que me había temido. En realidad, antes de que me los presentara, los había tomado como gente elegante.
“Estábamos regresando hacia la casa” dijo Mr Gardiner. “La caminata a cansado a mi esposa.”
“Permítanme caminar con ustedes.”
Tomamos camino.
“Tiene una hermosa propiedad aquí, Mr Darcy”
“Gracias. Creo que es una de las más hermosas en Inglaterra – pero mi juicio es parcial.”
Mr y Mrs Gargines se rieron.
“Su criado nos ha estado mostrando  los truchas en el rio” dijo Mr Gardiner.
“¿Le gusta la pesca?”
“Si, cuando tengo la oportunidad.”
“Entonces debe de venir aquí tanto como usted desee.”
“Es muy amable de su parte, pero no he traído mi caña para pescar.”
“Hay suficientes aquí. Puede usarlas cuando venga.” Me detuve. “Ese es un buen trecho del río.” dije, apuntando uno de los mejores tramos para pescar la trucha.
Vi a Elizabeth y a su tía intercambiando miradas, y no pude evitar darme cuenta la mirada de asombro de Elizabeth. ¿Me creía incapaz de ser educado? Quizás. Había dado muy poca muestra de ello en Hertfordshire.
No pude evitar mirarla, aunque hablara con su tío. Su rostro, sus ojos; su boca, todo me cautivaba. Pensé que se veía bien, y aunque parecía avergonzada, no vi ningún rastro de hostilidad en su expresión.
Después de un tiempo, Mrs Gardiner tomo el brazo de su esposo, y fui mandado a caminar con Elizabeth.
“No sabía que usted estaría aquí,” dijo inmediatamente. “Mi tía tenía el antojo de ver Pemberley. Vivía en el vecindario cuando era una niña. Pero nos habían dicho que no regresaría sino hasta mañana.”
Entonces había descubierto eso, y solo había venido bajo el conocimiento de que no me vería. Mi ánimo se hundió, pero se volvió a levantar al darme cuenta que el destino había jugado sus cartas a mi favor. Si no me hubiera decidido a atender los asuntos de mi propiedad, estaría con Georgiana en la posada, en lugar de aquí con Elizabeth.
“Esa era mi intención, pero un asunto que tenía que arreglar con mi mayordomo me trajo aquí unas cuantas horas antes de mis acompañantes. Se me unirán mañana temprano, entre ellos hay algunos que usted conoce – Mr Bingley y sus hermanas.”
No pude evitar pensar en todo lo que había pasado en relación con Bingley, y supuse que sus pensamientos se dirigieron en la misma dirección. Me pregunté si debía decir algo; darle algún indicio de mi cambio de opinión en el tema; pero no sabía cómo empezar.
En lugar de eso, dije: “¿Me permitiría, o pido mucho, el presentarla a mi hermana durante su estancia en Lambton?”
“Me encantaría.”
Había una calidez en su vos, y en su sonrisa que acompañaron esa expresión, que alivio mis temores.
Seguimos caminando en silencio, pero más tranquilos que antes. El ambiente no estaba tan tenso, y había, si no una confianza entre nosotros, por lo menos no más azoramiento.
Llegamos al carruaje. Si tío y su tía estaban atrás.
“¿Le gustaría entrar a la casa? ¿Le gustarían algunos refrigerios?”
“No, gracias” respondió. “Debo de esperar a mi tía y tío.”
Estaba decepcionado, pero no la presioné.
Traté de pensar en algo que decir. Quería decirle lo equivocado que había estado. Ella, también, parecía que  quería decir algo, pero que era, no lo sabía.
Al fin ella comenzó, pero solo para decir: “Derbyshire en una región muy hermosa.”
“¿Ha visto mucho de ella?”
“Si. Hemos estado en Matlock y en Dove Dale.”
“Vale la pena verlas.”
Mi conversación era fútil. La suya era mejor. Había tanto que quedaba sin expresarse entre nosotros, pero no había tiempo. Quizás, en unos días, cuando nos conociéramos un poco mejor…
Su tía y tío se acercaron. Los invité a tomar algunos refrigerios, pero rechazaron la invitación. Ayude a las damas a subir al carruaje y se fueron. Los vi irse por el mayor tiempo posible, evitando que mi atención pareciera especial, y entonces caminé lentamente hacia la casa.
No dije ninguna de las cosas que quería decir, pero saber que vería a Elizabeth otra vez me  animaba.
Estaba de mucho mejor humor del que habia estado en mucho tiempo.




Miércoles 6 de Agosto




Me levanté de la cama muy temprano. No podía dormir. Busqué a Georgiana y por fin llegó, con Bingley y sus hermanas. Los recibí afectuosamente, y después, diciéndole a Georgiana que quiera mostrarle un nuevo espécimen de árbol en el jardín la invité a tomar un paseo. Ella fue conmigo enseguida. Cuando estábamos a alguna distancia de la casa, le dije: “Georgiana, hay alguien a quien me gustaría que conocieras.”
Me miró inquisitivamente.
“Cuando estaba en Hertfordshire el otoño pasado, conocí a una joven llamada Elizabeth Bennet. Me agrada mucho.”
Georgian parecía sorprendida, y después complacida.
“Esta visitando Derbyshire, y se está quedando en una posada cerca de aquí. Si no estás muy cansada, me gustaría que la conocieras esta mañana.”
Sabía que era algo repentino, pero ahora que había encontrado a Elizabeth, no podía esperar el presentarsela a mi hermana.
“No, no estoy muy cansada. Me gustaría conocerla.”
Regresamos a la casa. Caroline y Louisa estaban arriba, y Georgiana las siguió, prometiendo bajar cuando se hubiera lavado la mugre de la manos y de la cara, y hubiera cambiado su vestido.
Bingley estaba en la biblioteca.
“Hay alguien quien se está quedando cerca de aquí, a quien creo te gustará ver.”
“¿Oh?” volteó.
“Miss Elizabeth Bennet. Ha estado viajando con su tía y tío. Por casualidad estaban visitando la casa ayer, justo cuando llegué. Prometí que los visitaría esta mañana. Estaré llevando a Georgiana conmigo, y pensé que te gustaría venir.”
Parecía sorprendido, pero dijo: “Claro, Darcy. Me encantaría volver a verla.” Dudó un momento y dijo: “¿Será mejor si no pregunto por su hermana? ¿O parecería eso muy particular?”
“Creo que deberías preguntar por ella.”
Sonrió, y yo estaba complacido por el rumbo que la situación había tomado.
Georgiana regresó al salón. Ordené que la calesa fuera traída y viajamos a Lambton, con Bingley siguiéndonos en caballo. Esperaba que Elizabeth no hubiera salido. La vi en la ventana y me tranquilicé.
Creo que estaba tan nervioso como Georgiana cuando fuimos admitidos en la posada. Elizabeth parecía azorada, pero tan pronto como le presenté a Georgiana, ella recobró su compostura. Entre ambas parecía haber un real cariño. Georgiana estaba cohibida al principio, pero Elizabeth persistió, haciéndole preguntas y guiándola gentilmente a que hablara. Georgiana cada vez era más abierta en su conversación, y poco después estaban sentadas juntas.  
“No debe olvidar que prometió pescar en mi río.” le dije a Mr Gardiner.
Parecía sorprendido, como si pensara que ya habría cambiado de opinión, pero acepto rápidamente.
No pude evitar desviar mi mirada hacia Elizabeth, y creo que se hubiera mantenido ahí si no hubiéramos sido interrumpidos por Bingley. Afortunadamente sus hermanas no habían bajado durante el tiempo en que nos preparábamos para partir, o habríamos estado obligados a invitarlas a venir con nosotros.
Los rasgos de Elizabeth se suavizaron al verlo. No consideraba su inconsistencia como algo en contra suya, entonces. Estaba agradecido. Yo había sido la causa de ello, no él. Si no hubiera sido por su natural modestia, hubiera seguido su propio deseo en lugar de escucharme a mí.
“Su familia está bien, ¿espero?” dijo.
“Si, muy bien, gracias.”
“¿Su madre y su padre?”
“Están bien de salud.”
“¿Y sus hermanas?”
“Si, están todas bien.”
“Perfecto.” Se detuvo, tan avergonzado como yo había estado el día anterior. “Ha pasado un largo tiempo desde la última vez que tuve el placer de verla.” Ella abrió la boca para responder, pero él siguió: “Han pasado alrededor de ocho meses. No nos hemos visto desde el 26 de Noviembre, cuando todos estábamos bailando juntos en Netherfield.”
Que tan lejano parecía. Y cuanto drama se había desarrollado desde entonces.
“¿Cuándo planea regresar a Longbourn?” preguntó Bingley.
“Pronto.En un poco menos de una semana.”
“Estará encantada de ver a sus hermanas otra vez.”
Elizabeth sonrió. No podía ignorar la razón detrás de toda esta charla acerca de sus hermanas.
“Si.”
“Y ellas de verla.”
“Estoy segura que lo estarán.”
“Estoy pensando en regresar a Netherfield yo mismo,” dijo indiferentemente.
“¿Oh? Había escuchado un rumor que deseaba dejarlo.”
“Para nada. Es la casa más placentera con la que me he topado.”
“Y aun así, ha estado mucho tiempo lejos.”
“Tenía asuntos que atender,” dijo. “Pero ahora soy el dueño de mi destino.”
Los ojos de Elizabeth se toparon con los míos, y sonreímos. Estaba seguro de que ella sabia a lo que Bingley se refería cuando decía que ahora era el dueño de su destino.
Me di cuenta de que su tía volteaba en nuestra dirección, pero no disfrace mi admiración por su sobrina. Que lo supiera. Me gustaría decírselo a todo el mundo. Estoy enamorado de Elizabeth Bennet.
Me estuve preocupando por ser agradable. No fue difícil. Simplemente pretendía que había conocido a los Gardiners toda mi vida. Es increíble que simple es ser abierto con los extraños ya que le encuentras la maña. Y la motivación, tenía que admitir. No me hubiera tomado la molestia antes. Ahora, hacia un esfuerzo para ser agradado.
Nos quedamos alrededor de media hora, pero no podía irme. Al fin me di cuenta que Mrs Gardiner miraba seguido el reloj, y sabia que debíamos retirarnos.
“Espero que nos acompañen a cenar antes de que se vayan del vecindario,” dije, mirando a Georgiana para que se me uniera en la invitación.
“Si, nos encantaría que nos pudieran acompañar.” dijo tímidamente.
Mire a Elizabeth, pero ella rehuyó mi mirada. No estaba preocupado. Había un rastro de incomodidad, pero no hostilidad en su rostro, y espero que con el tiempo nos conoceremos mejor y esa incomodidad se esfumará.
“Estaríamos encantados,” dijo Mrs Gardiner.
“¿Qué tal el día después de mañana?”
“El día después de mañana será.”
“Estaré esperándolo con ansias,” dijo Elizabeth.
Se topó con mi mirada mientras lo decía, y sonreí. Vi una sonrisa como respuesta elevarse en sus labios, y estuve satisfecho.  
“Yo también lo espero con ansias,” dijo Bingley a Elizabeth. “Tenemos mucho de que hablar. Me gustaría escuchar sobre todos mis amigos en Hertfordshire.”
Nos retiramos, y regresamos a Pemberley.
Georgiana se retiró a su cuarto para quitarse su boneta y su pelliza. Entre al salón con Bingley, y encontramos a Caroline y a Louisa ahí.
“¿Han estado fuera?” preguntó Caroline.
“Si, visitando a Miss Bennet” dijo Bingley.
“¿Jane Bennet esta aquí?” preguntó Caroline sorprendida.
“Debía haber dicho, Miss Elizabeth Bennet.”
Aún peor, decía la expresión de Caroline. Pero pronto la suprimió.
“Dios mío, pero que coincidencia que ella resulte estar en Derbyshire justo cuando usted regresa, Mr Darcy”
“Si, es afortunado ¿no lo cree?” pregunté.
Ella parecía querer decir algo sarcástico, pero reflexionó.
“Me gustaría verla otra vez. Creo que le brindare una visita. ¿Qué dices, Louisa? ¿Vendrías conmigo? ”
“No hay necesidad,” dijo su hermano. “Ella vendrá aquí.”
“¿Aquí?” Caroline sonaba horrorizada.
“Darcy la invitó a comer.”
“Con su tía y su tío,” agregué.
“¿No el abogado de Meryton?” preguntó con un tono burlón.
“No, el tío que vive enCheapside,” respondí, removiendo su aguijonazo.
Parecía  molesta. “¿Y es él muy vulgar?” preguntó.
“Debe serlo. ¡Querida! Cheapside,” dijo Louisa estremeciendose.
“Es de hecho un hombre muy caballeresco, y su esposa una dama elegante.”
“¿Y vamos a conocer a estos dechados?”  dijo Caroline, “Que entretenido.”
La escuche con  condescendencia mientras seguía hablando de la misma manera. Nada que dijera podría perturbar mi felicidad. Pensé solo en Elizabeth. No me había repudiado. No me había hablado con desagrado y desprecio. Había sido cortés, y agradable, y había algo en sus maneras que me hacían tener esperanzas de que no me era indiferente.
Cuando pienso que una vez había tomado por hecho que ella se casaría conmigo. Que no hubiera ni siquiera considerado la posibilidad de que me fuera a rechazar. Y ahora, aunque sentía la esperanza crecer en mí, me precavía de que mis sentimientos podrían no ser devueltos.
Pero no pensaré en algo tan lejano. La veré el día después de mañana. Eso es suficiente. 

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