viernes, 8 de junio de 2012

El Diario del Sr. Darcy- Amanda Grange Abril (3)


Miércoles 23 de Abril

Esta mañana me levanté con el amanecer. Me volví a dormir, hasta que mi criado me levantó. Me levanté rápidamente, y después hice una copia limpia de mi carta. Me dirigí al cuarto del Coronel Fitzwilliam. Estaba todavía en bata cuando llegué, su criado a punto de afeitarlo.
“Necesito hablar contigo” le dije.
“¿A estas horas?” preguntó, riéndose.
“Necesito tu ayuda.”
Su semblante cambio. Pidió a su criado que se retirará.
“La tienes” respondió.
“Necesito que hagas algo por mí.”
“Dime.”
“Necesito que te presentes como testigo de los eventos relatados en esta carta.”
Me miró sorprendido.
“Contiene detalles de la relación entre Wickham y mi hermana.”
Frunció el entrecejo, “No creo que debas divulgarlo a nadie.”
“Las circunstancias han hecho imperativo que lo haga.”
Brevemente le dije lo que había pasado; que me le había propuesto a Elizabeth y que había sido rechazado.
“¿Rechazado?”  Interrumpió. “Por Dios, ¿Qué pudiste haberle dicho que la hizo rechazarte?”
“Nada. Solo dije lo que cualquier hombre sensato hubiera dicho,” respondí. “Le conté sobre mi lucha interna para ignorar la inferioridad de sus conexiones, el comportamiento objetable de su familia, la inferioridad de su situación en la vida-”
“¿Solo lo que cualquier hombre sensato hubiera dicho?” pregunto sorprendido. “Darcy, tú no eres así. No pudiste haberlo manejado peor. ¿Insultar a una mujer y después esperar que se case contigo?”
Estaba sorprendido por su reacción.
“No dije nada más que la verdad.”
“Si todos habláramos solo con la verdad, habría mucha infelicidad en el mundo, y particularmente, en tales momentos. Algunas cosas es mejor no decirlas.”
“Aborrezco el engaño” dije.
“¡Y yo aborrezco un cabeza dura!” respondió, la mitad de él sonriendo y la otra exasperada. Entonces se puso serio, “Pero ofrecérselo a Miss Bennet… confieso que me has tomado por sorpresa. No tenía ni idea de que tus sentimientos estaban comprometidos.”
“Puse mucho cuidado en que no lo supieras. No quería que nadie lo supiera. Pensaba que podría vencerlos.”
“¿Pero eran demasiado fuertes para ti?”
Asentí, y aunque no lo admitiría enfrente de nadie, aun lo eran. No importa. Los conquistaría. No tenía otra opción.
“Entonces, ¿te presentarós como testigo de lo que digo?¿Estarás a su disposición, si ella lo llegaré a desear?” le pregunté.
“¿Estas aseguro de que ella no dirá nada de esto a nadie?”
“Estoy seguro.”
“Muy bien, Entonces sí, lo haré.”
“Gracias. Y ahora debo irme Espero poner esta carta en sus manos esta mañana. Ella camina por el parque después del desayuno. Espero encontrarla ahí.”
Lo deje con su criado y fui al parque. No tuve que esperar mucho. Vi a Elizabeth y camine hacia ella. Ella dudo, y creo que hubiera dado la vuelta si hubiera podido, pero sabía que la había visto. Camine hacia ella intencionalmente.
“He estado caminando por la alameda un tiempo con la esperanza de encontrarla. ¿Me haría el honor de leer esta carta?”
La puse en su mano. Y después, antes de que pudiera devolvérmela, hice una pequeña inclinación de cabeza y me fui.
De mis sentimientos mientras regresaba a Rosings, no diré nada. Apenas y sé lo que eran. La imaginé leyendo la carta. ¿Me creería? ¿Pensaría mejor de mí? ¿O lo calificaría como un invento mío?
No tenia forma de saberlo.
Mi visita a mi tía esta casi llegando a su fin. Me voy mañana con mi primo. No podía irme sin despedirme de los habitantes de la casa parroquial, pero estaba temeroso de mi visita. ¿Cómo se vería Elizabeth? ¿Qué diría? ¿Qué tendría yo que decir?
Por designio de la casualidad, Elizabeth no estaba ahí. Dijé todo lo que era debido a Mr y Mrs Coliins y me fui.
El Coronel Fitzwilliam fue después, quedándose una hora para que Elizabeth tuviera la oportunidad de hablar con él si lo deseaba, pero ella no regresó. Solo puedo esperar que ella haya aceptado lo que le había dicho como verdad, y que sus sentimientos hacia mía sean ahora menos hostiles. Pero cualquier otro tipo de sentimiento… he perdido toda esperanza de ello.





Jueves 24 de Abril.



Estoy nuevamente en Londres. Después de todos los inesperados sucesos en Rosings,  encuentro que, por lo menos aquí, las cosas siguen siendo iguales. Georgiana ha aprendido una nueva sonata y ha tejido una bolsa. También ha hecho un retrato de Mrs Annesley. Pero aunque Londres no ha cambiado, veo que yo sí. Ya no soy feliz aquí. Mi casa parece solitaria. Nunca me había dado cuenta de lo grande que es, o lo vacía que esta.  Si las cosas hubieran sido diferentes… pero no lo son.
Tengo mucho que hacer, y pronto estaré muy ocupado como para pensar en el pasado. Durante el día, tengo pendientes que deben ser atendidos, y en la noche planeo asistir a cada fiesta y baile al cual haya sido invitado. No dejaré que los sucesos de las últimas semanas me descompongan. He sido un tonto, pero no lo seré más, y estoy resuelto a olvidarme de Elizabeth.





Viernes 25 de Abril.



“¡Mr Darcy! Que gentil es usted por haber venido a nuestra pequeña reunión.”  dijo Lady Susan Wigham mientras entraba a su casa esta tarde.
Era agradable estar de vuelta en un mundo de elegancia y buen gusto, con ninguna persona vulgar que pudiera mortificarme. El salón de baile estaba lleno de gente refinada, muchos de los quienes había conocido toda mi vida.  
“Permítame presentarle a mi sobrina, Cordelia. Me está visitando del campo. Es una chica encantadora, y una bailarina agraciada.”
Me presentó a Miss Farnham, una belleza rubia de diecinueve o veinte años de edad.
 “¿Le gustaría bailar, Miss Farnham?” pregunté.
Se sonrojó y murmuró: “Gracias. Si.”
Mientras la dirigía a la pista de baile, mis pensamientos se dirigieron a el baile en Netherfield, pero rápidamente los controle y me forsé a pensar en Miss Farnham.
“¿Ha estado en la ciudad desde hace mucho?” le pregunté.
“No, no mucho” dijo.
Al menos, eso es lo que creo que dijo. Tiene la costumbre de murmurar que hace muy difícil oírla.
“¿Está disfrutando su visita?”
“Si, gracias.”
Volvió el silencio.
“¿Ha hecho algo interesante?” pregunté.
“No, la verdad no.” respondió.
“¿Ha ido al teatro, quizás?”
“Si.”
No dijo nada más.
“¿Qué obra fue la que vio?” la animé.
“No puedo recordarlo.”
“¿Ha ido a alguno de los museos, quizás?”  Pregunté, pensando que un cambio de tema podría animarla.
“No lo sé. ¿El museo es el edificio grande con columnas afuera? Si es así, he ido ahí. No me ha gustado. Era muy frio y con muchas corrientes de aire.”
“¿Quizás prefiera leer libros que visitar museos?” le pregunté.
“No especialmente” murmuró. “Los libros son muy difíciles, ¿no lo cree? Tienen tantas palabras.”
“Es una de sus principales defectos.”
Elizabeth hubiera sonreído por eso, pero no había ninguna gracia en la voz de Miss Farnham cuando murmuró: “Eso es exactamente lo que pienso.”
Permanecimos en silencio, y al darme cuenta que mis pensamientos empezaban a incluir a Elizabeth, me propuse el perseverar.
“¿Quizás le gusta dibujar?” le pregunté.
“No precisamente.”
“¿Hay algo que le  guste hacer?” pregunté, notando un tono de exasperación en mi voz.
Voltio hacia mí con mayor entusiasmo.
“Oh, sí, claro que lo hay. Me gusta jugar con mis mininos. Tengo tres de ello, Mancha, Lunar y Raya. (Spot, Patch y Stripe.) Mancha tiene una mancha negra, si no la tuviera, sería completamente blanco. Lunar tiene un lunar blanco en su espalda, y Raya -”
“Permítame adivinar. ¿Tiene una raya?”
“¿Cómo, lo ha visto?”  Preguntó asombrada.
“No.”
“Debe de haberlo visto, si no, ¿Cómo podría saberlo?” dijo, con los ojos como platos. “Creo que mi tía debe de haberselos mostrado a usted cuando estaba afuera.”
Siguió hablando de sus gatitos hasta que el baile termino.
No permití que la falta de éxito en mi primer intento influenciara mi resolución de divertirme, y baile cada baile. Regresé a casa complacido de no haber pensado en Elizabeth más de dos o tres veces en toda la velada.
¿Piensa ella acaso en mí? ¿Piensa, quizás, en mi carta?  Estoy satisfecho de que me haya creído acerca de lo de Wickham, pues no pregunto a mi primo sobre eso, ¿pero acaso entiende porque le hable de la manera en que lo hice cuando me le propuse? Debe de. No puede ser inconsciente de su posición inferior, y reflexionando debe indudablemente haber decidido que no fue una forma poco caballeroso en la que le hable. Debe de haberse dado cuenta que estaba en lo correcto al hacerlo.
¿Y que con sus sentimientos en cuanto a la forma en que lidié con las afecciones de su hermana? Ella ve ahora, espero, que actué  en busca de lo mejor. No puede evitar comprender, o aceptar, que lo que hice estuvo bien.
En cuanto a George Wickham, conoce ahora lo sabandija que es. ¿Pero todavía tiene sentimientos por él? ¿Prefiere todavía su compañía a la mía? ¿Esta riéndose en este momento con él, en la casa de su tía? ¿Cree que es mejor hablar con un hombre que tiene la apariencia de gentileza, que con el que en verdad vale?
Si se casara conmigo…
No pensaré en ello. Si lo hago, me volveré loco. 

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