martes, 4 de diciembre de 2012

El Diario del Sr. Darcy- Amanda Grange NOVIEMBRE


Martes 11 de Noviembre

Hoy regresamos a Pemberley, después de nuestra luna de miel en los lagos. Elizabeth se veía feliz y saludable. La mire mientras el carruaje seguía cuesta arriba por el camino, admirando su asombro en su rostro al contemplar su nuevo hogar.
El carruaje se detuvo fuera de la puerta. Entramos. Mrs Reynolds había llamado a asamblea a todo el personal, y nos dieron la bienvenida. Mrs Reynolds, lo sé, está encantada en ver a una señora en Pemberley nuevamente.
Nos dirigimos a nuestras recámaras. Me adentre en su suite junto con ella. Eran las únicas habitaciones que ella quería cambiar, y habían sido decoradas tal como ella deseaba.
“¿Te gustan?” pregunté.
Ella mira alrededor apreciándolo. “Es perfecto.”
Fui hacia ella y la bese.
“¿Te gustan a ti?” preguntó, mirando alrededor de la habitación nuevamente.
“No importa si me gusta o no.”
“Yo creo que sí,” inició. “Después de todo, tú serás un frecuente visitante.”
Sonreí y volví a besarla.
Fueron algunas horas después que volvimos a bajar.
“¿Estás segura de que no deseas ninguna de las otras habitaciones redecorada?” le pregunte, mientras entrabamos en el comedor.
“No, me gustan tal y como estas. Me recuerdan mi primera visita a Pemberley.”  Caminó hacia la ventana y miro hacia afuera. “Es una hermosa vista.”

Concordé. La colina frondosa era hermosa, y el rio centellaba al fluir en su camino por el valle. Amo cada árbol y cada estrecho de pasto, y me conforta el saber que ella también los ama.
“¿Qué fue lo que pensaste la primera vez que los viste?” le pregunté.
Sonrió juguetonamente. “Que hubiera podido ser la señora de todo esto, ¡si te hubiera aceptado!”
“¿Y te arrepentiste de haberme rechazado?”
“Por un minuto – hasta que recordé que no se me hubiera permitido invitar a mi tía y tío aquí.”
“No puedo creer que haya podido ser tan orgulloso. Si no hubiera sido por tus tíos, tal vez nunca nos hubiéramos visto nuevamente. Serán bienvenidos en cualquier momento en que lo desees.”
Puse mis brazos alrededor de ella.
“Debemos de invitarlos pronto. Le he prometido a mi tía el pasearla por el parque en un faetón y un par de ponies” Ella giró dentro de mis brazos y acarició mi mejilla. “Pero por lo pronto, aún no los invitaremos.”

Martes 18 de Noviembre

Hemos estado en Pemberley por una semana, y Elizabeth y Georgiana se están llevando tan bien como pude haberlo esperado. Georgiana esta empezando a perder un poco de su timidez mediante su interacción con Elizabeth, y aunque ella no es tan juguetona como Elizabeth, se ha aventurado a bromear conmigo en una o dos ocasiones.
Por fin siento que puedo ser un hermano para Georgiana otra vez, y no un padre o madre. Ella esta creciendo ahora, y Elizabeth guiándome, ya no me preocupo por los asuntos de las damas que quedan fuera de mi conocimiento.  Si en algún momento entro en dudo, solo tengo que preguntarle a Elizabeth.
La vida es mucho más sencilla para Georgiana también, pues ahora tiene tanto una hermana como una confidente en Elizabeth.


Jueves 20 de Noviembre

Elizabeth recibió una carta de Lydia esta mañana, pidiéndole ayuda con algunas cuentas. Me la encontré por casualidad mientras estaba leyéndola en su habitación. Me miro con un semblante culpable mientras entraba.
“¿Secretos?”
Parecía pesarosa.
“Es de Lydia. Ella es tan extravagante que ha excedido sus ingresos otra vez. Me escribe que debe ser lindo ser rico, y pide por mi ayuda.”
“¿No se la darás?” examiné su rostro. “Si, lo harás.”
“Es mi hermana después de todo.” Respondió.
“Déjala acudir a Jane.”
“Ya le ha pedido ayuda a Jane.” Respondió Elizabeth, su coquetería devuelta. “Presiento que planea pedirnos a cada una en turnos.”
“Debes de decirle no entonces. Entonces ella aprenderá a moderarse-”
“¡Imposible para Lydia! Ella acumulará deudas hasta que los comerciantes pidan su pago, y entonces ella y Wickham tendrán que cambiar de alojamiento y empezar todo de nuevo. Piénsalo de esta manera, no estoy ayudando a Lydia, estoy ayudando a los comerciantes a los que esta estafando.”
Con este argumento, ella sabía que no podía decir no.
“Nunca dejo de preguntarme como es que tu y Jane se convirtieron en tan buenas mujeres, mientras que tus otras hermanas resultaron todo lo contrario.” Dije, yendo directo a su lado y besándola en la mejilla.
“Kitty no es tan mala” dijo Elizabeth. “Estaba pensando en tenerla con nosotros un tiempo. Después de la fiesta de Navidad el próximo mes, voy a invitarla a quedarse. Un poco de compañía superior servirá para influenciarla a mejorar.”
“Si debes de hacerlo, adelante. Aunque preferiría tenerte solo para mi.”
“Ella no estará dentro de la casa todo el tiempo. Ella saldrá a dar caminatas largas con Georgiana.” Dijo Elizabeth.
“O largos paseos en el carruaje” dije, besándola en los labios.
“O días de campo” dijo Elizabeth, regresándome el beso.
“Mi amor, mejor cierro la puerta.”

El Diario del Sr. Darcy- Amanda Grange OCTUBRE (2)



Martes 7 de Octubre

Me encontré con Caroline en el desayuno, y estaba complacido por la forma en que ella se comportaba, educadamente.
“Me he enterado de que debo felicitarle,” comentó.
“Si, me voy a casar.”
“Estoy encantada” dijo ella. “Ya era tiempo de que tomarás a una esposa. ¡Quién hubiera pensada que cuando venimos a Netherfield el años pasado, ambos, usted y Charles encontrarían amor verdadero!”
Ignoré su tono chusco.
“Tal vez algún día sea usted tan afortunada como yo.”
“No creo que me vaya a casar nunca” declaró. “No tengo ningún deseo de dejar a nadie controlarme. ¿Cuándo será la boda?”
“Pronto.”
“Entonces debo de ver a mi modista. Dos bodas en tan poco tiempo requerirán de una planeación cuidadosa.”
“Oh, sí” dijo Louisa. “Debemos de tener algo nuevo.”
Después del desayuno, Bingley yo nos dirigimos a Longbourn.
“Caroline se porto muy educada,” le dije. “Creo que tomo bien las noticias.”
“No fue tan educada cuando se lo dije,” comentó Bingley. “pero le recordé que si no era cortés contigo se vería excluida de Pemberley.”
Llegamos. Mrs Bennet estaba llena de sonrisas mientras saludaba a Bingley, y llena de gestos al saludarme. ¿Cómo reaccionará cuando sepa que estoy por ser su yerno?
Bingley miró a Elizabeth cálidamente, así que estoy seguro que ella adivinaba que ya se lo había contado, cuando él dijo: “Mrs Bennet, ¿No tendrá otros caminos por aquí en los que Lizzy pueda perderse nuevamente?”
Mrs Bennet estaba lista para aceptar su sugerencia, ansiosa por permitirle un poco de privacidad con Jane. Ella sugirió que camináramos hacia el monte Oakham. Bingley, en un tono brillante, dijo que estaba seguro de que sería demasiado para Kitty, y Kitty concordó que prefería quedarse en casa. ¡Es un gran cambio el tener a Bingley ordenando mi vida por mí! Pero no podía quejarme, pues unos minutos después ya estaba fuera de la casa, libre de hablar con Elizabeth.
“Debo de pedir el consentimiento de su padre para nuestro matrimonio” comenté, mientras vagábamos por el monte.
“¿Y si él no lo da?” ella preguntó con una amplia sonrisa.
“Entonces tendré que llevármela sin su consentimiento,” dije. “¿Cree que me lo negará?” le pregunté más seriamente.
“No. No le temo a lo que él pueda decir. Por lo menos, no una vez que lo haya conocido mejor, aunque, al principio creo que estará sorprendido. Cuando la carta de Mr Collins llego…”
Se detuvo.
La miré inquisitivamente.
“Mr Collins le escribió, diciéndole que no debía casarme con usted, pues molestaría a Lady Catherine”
“¿Y qué fue lo que su padre respondió?”
“Está muy ocupado disfrutando la ridiculez del asunto como para responder aún.”
“Puedo ver que tendré una entrevista difícil con él. ¿Pensará que estoy bromeando cuando le pida por su mano?”
“No creo que se atreva a hacerlo.” Respondió.
Ella hablaba alegremente, pero podía notar que estaba preocupada.
“Me esforzaré por conocerlo” dije. “Él y yo nos entenderemos mejor, y me aseguraré de que no se arrepienta de haber dado su consentimiento.”
Seguimos caminando.
“Y además está mi madre.”
“¿Cree que dejaré de ser ‘ese hombre’ en sus ojos?” le pregunté con una sonrisa.
“Ni lo mencione” dijo ella con un escalofrío. “Si supiera cuantas veces me he apenado por ella, o cuantas veces he deseado que se quede callada.  Creo que se lo comentaré cuando este sola” prosiguió. “Entonces tendrá la oportunidad de sobre pasar la primera impresión, y posiblemente le hará hablar más racionalmente hacia usted.”
“¡Exactamente los pensamientos de Bingley, cuando decidió que sería mejor darle la noticia a Caroline el mismo!”
“¿Me preguntó si ella seguirá pensando que su caligrafía es tan uniforme una vez que este casado?”
“Me temo que no. Ella probablemente la encuentra  extraordinariamente desordenada.”
Alcanzamos la cima del monte.
“Y bien, ¿qué le parece la vista desde aquí?” Elizabeth me preguntó.
Voltee a verla a ella.
“Me gusta mucho” respondí.
Ella se veía tan hermosa que le cedí el paso a la necesidad de besarla. Ella estaba sorprendida al principio, pero después respondió tiernamente, y supe que nuestro matrimonio sería muy feliz en todo sentido.
Seguimos caminando juntos, hablando del futuro. Estoy ansioso por mostrarle a Elizabeth Pemberley, no como una visitante, pero como su futura dueña.
“¿No le importará que mi tía y tío nos visiten?” ella preguntó.
“Por supuesto que no. Me agradan.”
“¿Y mis hermanas?”
“Jane y Bingley estarán con nosotros seguido. Sus hermanas más jóvenes son bienvenidas de visitarnos cuando gusten, o cuando usted lo desee- Pero no recibiré a Wickham.”
Nos reunimos con Jane y Bingley mientras regresábamos a Longbourn.
Durante el resto del día, Elizabeth no estaba tranquila. Deseaba liberarla de sus preocupaciones, pero no podía hablar con Mr Bennet sino hasta terminar la cena. Tan pronto como lo vi retirarse a la biblioteca, lo seguí.
“Mr Darcy” dijo sorprendido, mientras cerraba la puerta de la biblioteca detrás de mí.
“Me gustaría hablar con usted” dije.
“Estoy a sus órdenes. Ha escuchado, supongo, del rumor que dice que usted está por casarse con Elizabeth, y desea que sea detenido, pero le sugiero que disfrute de su absurdidad, en vez de preocuparse por una inofensiva tontería.”
“No la encuentro ni remotamente absurda,” le dije. “La encuentro altamente deseable. Lo he seguido con el fin de pedirle la mano de Elizabeth en matrimonio.”
Quedo boquiabierto.
“¿Pedirme la mano de Elizabeth en matrimonio?” repitió por fin.
“Si.”
“Pero debe de haber algún error”
“No hay ningún error.”
“Pero yo pensé… eso es, ¡Mr Collins es un tonto! Él está siempre deleitándome con alguna noticia o historia absurda, y estaba seguro de que debía haber cometido algún error. Usted, ¡quien jamás había puesto ojos en Elizabeth en su vida! Y aun así me dice ahora que desea casarse con ella.”
“En verdad la amo, y de haberla elegido para mis atenciones, he hecho más que eso. Usted no ha estado ahí, sin embargo, así que no puedo culparlo por su sorpresa. Cuando ella estaba en Netherfield, y tuve el placer de disfrutar de su compañía por casi una semana, pase la mayoría de mi tiempo con ella. La vi nuevamente en Kent, cuando fue a visitar a Mrs Collins, y llegamos a conocernos mejor. La encontré más recientemente en Derbyshire, y cada vez que la encontraba, la amaba aun más. Mis sentimientos no son de corta duración. Son duraderos, y no cambiaran.”
“¡Pero ella siempre lo ha odiado!” respondió. “Cualquier hombre que persista en contra de esta obvia aversión debe de sufrir locura.”
A esto sonreí.
“Puedo asegurarle que estoy suficientemente cuerdo. Su aversión ha sido superada hace mucho. Ya le he pedido que se casará conmigo, y me dio el sí.”
“¡Dijo si!” exclamó Mr Bennet débilmente.
“Y como los dos estamos de acuerdo, necesitamos solo su permiso para fijar la fecha.”
“¿Y si no lo doy?”
“En ese caso, me temo que tendré que casarme con ella sin él.”
Me miro como si estuviera decidiendo si estaba hablando en serio. Después, recuperando su ingenio, dijo: “Si es como dice, y Elizabeth en verdad desea casarse con usted, entonces ustedes tienen mi consentimiento y mi bendición. Pero quisiera oírlo de sus labios. Mandela conmigo.”
Lo deje y fui con Elizabeth. Ella vio por mi rostro que su padre había dado su consentimiento.
“Él desea hablar contigo.”
Ella asintió, y dejo la habitación.
Mrs Bennet, quien había estado hablando con Jane y Bingley, notó su partida.
“¿Ha donde ha ido Lizzy?” le preguntó a Jane.
“No lo se,” respondió Jane, aunque por su expresión podía ver que lo había adivinado.
“Supongo que ella ha logrado crear una excusa para salir de la habitación, estando ya cansada de tener que hablar con ese displicente caballero.” Dijo Mrs Bennet, sin tomarse la molestia de bajar el tono de su voz. “No la culpo. Ahora, Jane, debes de tener un nuevo vestido para tu boda. ¿Qué color crees que debe ser? Yo me case de azul.” Ella dijo. “en un de los vestidos más hermosos, no como las modas de ahora. Tenía una falda amplia, y una blusa en punta. Debemos de asegurarnos que tú tengas algo igual de fino. Satín, creo, o encaje Bruges.”


Jane me miro disculpándose al inicio de este discurso, y después atendió a su madre, pero apenas y escuche la efusiva charla de Mrs Bennet. Me estaba preguntando qué estaba pasando en la biblioteca. Elizabeth parecía hacerse ido ya mucho tiempo. ¿Qué le estaba diciendo su padre? ¿Acaso le estaba tomando tanto tiempo el convencerlo de sus sentimientos por mí?
“He notado frecuentemente, que el lujo de la boda no tiene ninguna relación con la felicidad del matrimonio” dijo Mary, saliendo de su libro. “Tales cosas son mera vanidad, dispuestas para atrapar a la incauta mujer y dirigirla por el camino de la tentación.”
“Oh, hush Mary, guarda silencio, nadie te pregunto” dijo Mrs Bennet, molesta “Cuando encuentres a un esposo, puedes decir tanto como quieras acerca de la naturaleza de los vestidos de novia.”
Mary fue silenciada.
“Cuando me case, tendré una falda de satín cubierta por una capa de encaje,” dijo Kitty, “Y no me escapare con mi esposo a vivir en Londres primero.”
“Kitty, guarda silencio” dijo Mrs Bennet. Ella volteo hacia Bingley con una sonrisa. “¿Qué es lo que usted se pondrá Mr Bingley? ¿Un saco azul o uno negro? Wickham se caso en su saco azul. ¡Mi querido Wickham!” dijo con un suspiro. “Que hombre tan apuesto. Pero no tan apuesto como usted.”
Capte la mirada de Bingley. Era probable que, si Wickham hubiera tenido cinco mil libras por año, habría sido tan apuesto como Bingley.
“Me pondré lo que Jane desee.” Respondió.
¿En dónde estaba Elizabeth? Sentí que mi impaciencia crecía. Al fin regresó a la habitación y sonrió. Todo estaba bien. La velada paso tranquilamente, recibí una fría reverencia por parte de Mrs Bennet cuando me fui, y me pregunté cual sería su recepción la mañana del día siguiente. Vi líneas de preocupación en la boca de Elizabeth, y sabía que no estaba feliz por lo que le esperaba en la entrevista con su madre.
“Para esta hora mañana, todo habrá terminado” dije.
Ella asintió, y entonces Bingley y yo nos fuimos.
“¿Su padre dio su consentimiento?” preguntó Bingley mientras regresábamos a Netherfield.
“Lo hizo.”
“Jane y yo ya hemos fijado una fecha para nuestra boda. ¿Nos estábamos preguntando qué pensarían  tu y Elizabeth de una boda doble?”
Me sorprendió mucho la idea.
“Me agrada. Si Elizabeth acepta, entonces eso es lo que haremos.”

Miércoles 8 de Octubre.


“Mr Bingley”dijo Mrs Bennet, jugueteando mientras lo saludaba. Volteo hacia mí, y vi a Elizabeth ponerse tensa. Pero su madre simplemente me miro con asombro y dijo: “Mr Darcy.”
No había frialdad en su tono. En realidad parecía sorprendida. Le hice una reverencia y me dirigí al lado de Elizabeth.
La mañana paso tranquila. Mrs Bennet llevo a las jóvenes arriba con ella mediante cualquier pretexto, y Elizabeth y nos vimos libres de hablar. Cuando el almuerzo fue servido, Mrs Bennet se sentó a un lado mío, y Elizabeth en el otro.
“¿Un poco de salsa holandesa, Mr Darcy?” dijo Mrs Bennet. “Tengo entendido que le gustan las salsas.”
Pase mi mirada por la mesa, y vi nada más que seis salseras. Estaba por rechazar la salsa holandesa cuando vi la expresión mortificada de Elizabeth y me decidí a devolver la nueva civilidad de Mrs Bennet con civilidad de mi parte.
“Gracias.”
Tome un poco de salsa holandesa.
“Y b arnaise? La mande hacer especialmente para usted.”
Dude un poco, pero puse un poco de salsa b arnaise junto a la salsa holandesa.
“¿Y un poco de salsa de vino de Oporto?” dijo. “Espero que pruebe un poco.  El cocinero la hizo especialmente.”
Me serví un poco de salsa de vino de Oporto y mire mi plato en consternación. Mire a Elizabeth y la atrape riendo. Me serví un poso de salsa de b chamel, salsa de mostaza y salsa de crema también, y después me dispuse a comer mi extraña merienda.  
“¿Está disfrutando su almuerzo?” preguntó Mrs Bennet solícitamente.
“Si, gracias.”
“No es a lo que está usted acostumbrado, supongo.”
Podía decir honestamente que no lo era.
“¿Tendrá usted dos o tres cocineros franceses, me supongo?”
“No, solo tengo una cocinera, y ella es inglesa.”
“¿Es su cocinera en Pemberley?”
“Si, lo es.”
“Pemberley,” dijo Mrs Bennet. “Que imponente suena. Me alegra que Lizzy haya rechazado a Mr Collins, pues una casa parroquial no es nada comparada con Pemberley. Imagino que la chimenea será aun más grande que la de Rosings. ¿Cuánto ha costado, Mr Darcy? ”
“No estoy seguro.”
“Seguramente mil libras o mas.”
“Debe ser difícil mantenerlo” dijo Mr Bennet. “Incluso en Longbourn, es difícil sustentar todos los mantenimientos”
Nos adentramos en una discusión acerca de las propiedades, y encontré que Mr Bennet es un hombre sensato. Puede ser negligente en lo que concierne a su familia, pero sus deberes en otras áreas son llevados a cabo responsablemente.
Debo de perdonar su presente negligencia, pues gracias a ella Elizabeth es como es. Su vivacidad y energía habrían sido aplastadas bajo una crianza ordinaria.
He decidido que Georgiana debe de tener un tiempo sin una institutriz o acompañante, para que pueda desarrollar su propia personalidad. Estoy segura que Elizabeth estará de acuerdo.

Viernes 10 de Octubre.

Elizabeth me ha preguntado cómo me había enamorado de ella.

“¿Cómo pudo haber iniciado?” preguntó- “puedo entender como fue avanzando encantadoramente una vez comenzado; pero ¿Qué pudo haberte inclinado hacia ello?”
Lo pensé. ¿Qué pudo haber sido lo que me llevo a enamorarme de ella? ¿Fue cuando me miro satíricamente en la asamblea? ¿O cuando había caminado sobre el lodo para ver a Jane? ¿O cuando se negó a alagarme, al no decirme cuán bien escribía? ¿O cuando se había negado a tratar de atraer mi atención?

“No puedo decidir la hora, o el momento, o la mirada, o las palabras que cimentaron la base. Fue hace mucho. Estaba en la mitad del camino, antes de darme cuenta que había comenzado.”

Ella me molesto, diciendo que había resistido su belleza, y por lo tanto debía haberme enamorado de su impertinencia.

“Es seguro, que usted no conocía nada bueno sobre mi – pero nadie piensa en eso cuando está enamorado.”

“¿Acaso no había bondad en su comportamiento afectuoso hacia Jane, mientras ella estaba enferma en Netherfield?”

“¡Mi querida Jane! ¿Quién podría haber hecho menos por ella? Pero vuelve mi comportamiento una virtud sin falta. Mis cualidades están bajo su protección, y podrás exagerarlos tanto como sea posible.”

“No te ofendes fácilmente. No pudo haber sido fácil para usted estar en Netherfield – no fuiste muy bien recibida – y aún sí estaba divertida, más que cualquier cosa por nuestra rudeza.”
“Me gusta reír” admitió.
“Y usted le es leal a sus amigos. Me reprendió por mis comportamiento con Wickham -”
“¡No hable de él!” me suplicó. “Apenas y puedo soportar él pensar en ello.”
“Pero yo si puedo. Él es un individuo detestable, pero no lo sabía en ese momento, y lo defendió. No hay muchas mujeres que defenderían a un podre amigo contra un rico y codiciable soltero.”
“Sin importar que tan indigno sea el ´amigo´” dijo tristemente.

“Y no temió el cambiar de opinión una vez que supo la verdad. No se aferró a sus prejuicios, tanto de Wickham como míos. Usted admitió la justicia de lo que dije.”
“Si, acepte que un hombre que no le da una vivienda a un derrochados no es un bruto. ¡Ese es un signo de gran bondad, en verdad!”
“Ayudó con todo lo que estaba en su poder para ayudar a Lydia, a pesar de que sabía que ella era salvaje y descuidada” remarqué.
“Ella es mi hermana. Difícilmente podría abandonarla a su suerte con un truhán.” Replicó.
“Pero tengo el permiso de exagerar sus cualidades” le recordé- “Usted misma lo dijo”
Ella se rió.
“Pobre Lydia. Pensé que ella había arruinado la posibilidad de mi felicidad con usted para siempre. No podía imaginar cómo podría usted desear estar conectado con una familia en la que una de las hermanas se había fugado, especialmente por ser su mayor enemigo con quien se había escapado.”
“Nunca pensé en eso. Usted me había enseñado para entonces que tales cosas no importan.”
“Le he enseñado más cosas de las que había notado, entonces. Cuando vino usted a Longbourn, después de la boda de Lydia -”
“¿Si?”
“Hablo tan poco. Pensé que yo ya no le interesaba.”
“Puesto que usted estaba seria y callada, y no me daba ningún aliciente.”
“Estaba apenada” ella dijo.
“Y yo también.”
“Dígame, ¿Por qué regresó a Netherfield? ¿Era simplemente para poder cabalgar a Longbourn y estar avergonzado? ¿O planeaba algo con más consecuencia?”
“Mi verdadero propósito era el verla, y juzgar, si podía, si acaso podría tener esperanzas en enamorarla. Lo que declaraba, o lo que me declaraba a mí mismo, era que venía ver si su hermana estaba aún interesa en Bingley, y si lo estaba, confesarle a Bingley mis intervenciones en ese asunto.”
“¿Tendrá alguna vez el valor para anunciarle a Lady Catherine lo que le espera?”
“Creo que necesitó más tiempo que valor, Elizabeth. Pero debe de hacerse, y si me proporciona una hoja de papel, lo haré ahora mismo.”

Mientras yo escribía mi carta para Lady Catherine, Elizabeth escribió una carta a su tía y tío en Gracechurch Street. La suya era mucho más fácil que la mía, puesto que proporcionaría placer, mientras que la mío daría angustias. Pero debía realizarse.

Lady Catherine,

Estoy seguro de que deseará desearme felicidad. Le he pedio a           Miss Elizabeth Bennet su mano, y ella me ha dado el gran honor de cedérmela en matrimonio.

Tu sobrino,

Firzwilliam Darcy.

Y ahora escribiré una más placentera, me dije. Tomé otra hoja de papel y le escribí a Georgiana.

Mi querida hermana,

Sé que estarás encantada de escuchar que Elizabeth y yo nos casaremos. Te lo contaré todo cuando te vuelva a ver.

Tu amoroso hermano,

Fitzwilliam



Era corta, pero no tenía tiempo para más. La releí, la sellé y dirigí el sobre.
“¿Le importaría tener otra hermana?” le pregunté a Elizabeth.
“De ninguna manera. Lo espero con ansias. ¿Vivirá con nosotros en Pemberley?”
“¿Si no tiene usted ninguna objeción?”
“Ninguna.”
“Ella podrá aprender mucho de usted.”
“Y yo de ella. Podrá contarme todo lo referente a las tradiciones en Pemberley.”
“Puedes alterar cualquier cosa que no te agrade.”
“No, no alteraré nada. Mi tía y yo estamos de acuerdo en esto. Pemberley es perfecto tal y como es.”


Martes 14 de Octubre



Elizabeth esta deleitada con la letra de Georgiana, la cual llegó esta mañana. Estaba bien escrita, y en cuatro páginas expresaba el placer que sentía Georgiana de tener una hermana.
Menos bienvenida fue la carta de Lady Catherine.


Fitzwilliam,

No te nombro sobrino, pues ya no eres sobrino mío. Estoy sorprendida y ofendida de que pudieras inclinarte a ofrecer tu mano a una persona de tan bajo rango. Es una mancha en el honor y crédito del apellido Darcy. Ella no te traerá más que degradación y pena, y reducirá tu hogar a un lugar de impertinencia y vulgaridad. Sus hijos serán salvajes e indisciplinados. Sus hijas se escaparan y sus hijos se convertirán en abogados. Nunca serás recibido por ninguno de tus conocidos. Serás desgraciado en los ojos del mundo, y te convertirás en una figura de desprecio. Te arrepentirás amargamente de este día. Recordarás que te advertí de las consecuencias de tan desastroso acto, pero para entonces será muy tarde. No terminaré esta carta deseándote felicidad, pues ninguna felicidad puede seguir tan desastrosa unión.

Lady Catherine de Bourgh.





Miercoles 15 de Octubre


Cene con Elizabeth esta tarde, y me sorprendió el encontrar una grupo grande, consistente de Mrs Philips, Sir William Lucas y Mr y Mrs Collins. La visita inesperada de los Collinses fue pronto explicada. Lady Catherine había estada últimamente tan enfadada por nuestro compromiso que pensaron más sabio el irse de Kent por un tiempo y retirarse a Lucas Lodge.

Elizabeth y Charlote tenían mucho que discutir, y mientras las dos hablaban después de la cena, me vi consignada a las gratificaciones de Mr Collins.

“Estaba deleitado al saber que usted le había ofrecido su mano a mi querida prima, y que ella, en su sabiduría femenina y agraciada, lo había aceptado.” Dijo, radiante. “Ahora comprendo la razón por la cual ella no podía aceptar la propuesta que yo tan imprudentemente le había hecho el otoño pasado, cuando yo no conocía nada de los presentes felices acontecimientos. Pensé en esos momentos que era extraño que una joven tan amable rechazará la nada excepcional mano de una estimable caballero, particularmente uno que poseía una viviendo tan ventajosa, y quien, si me permite mencionarlo, tenía las virtudes de su profesión que ofrecerle ,así como las virtudes de su persona. Su negativa parecía inexplicable para mí en su momento, pero ahora entiendo completamente. Mi querida prima había ya perdido su corazón por alguien quien, si me permite mencionarlo,   es por virtud de su posición, mucho más digno incluso que un párroco, pues él tiene el destino del mismo en sus manos.”

Vi a Elizabeth mirar satíricamente hacia mí, pero soporte su conversación con compostura. Puedo incluso, con el tiempo, empezar a entretenerme con ella.

“Admirablemente expresado” dijo Sir William Lucas, mientras se nos unía. Me hizo una reverencia, y después a Mr Collins, y a mi nuevamente. “Solo ese valor podría resignarnos al hecho de que usted se estará llevando la joya más brillante del estado cuando se lleve a Elizabeth a Derbyshire,” continuó con otra reverencia. “Espero que todos nos encontremos frecuentemente, ya sea en Longbourn o en St James´s.”

Afortunadamente nos retiramos a cenar, y aunque me había librado de la compañía de Mr Collins y Sir William, me encontré sentado al lado de Mrs Philips. Ella parecía muy sorprendida como para decir mucho, pero cuando hablo, fue todo muy vulgar.

“¿Entonces, Mr Darcy, es cierto que usted tiene diez mil libras al año?” ella preguntó.

La miré inquisitivamente.

“Estoy seguro de que debe ser así, pues lo he oído decir en todas partes. ¿Y es Pemberley más grande que Rosings?”

Cuando no respondí, ella volvió a hacer la pregunta.

“Lo es” dije.

“¿Y cuanto vale la chimenea? Mr Collins estaba contando que la chimenea en Rosings había costado ochocientas libras. Supongo que la chimenea en Pemberley debió costar alrededor de mil libras. Mi hermana y yo hablamos sobre ello el otro día.”

“Téngalo por seguro” dije. “debió de haber sido más de mil libras”

“Es muy seguro que costó más de doce mil libras” respondió. “Es algo muy bueno que Lizzy no se casará con Mr Collins, después de todo, aunque mi hermana estaba muy disgustada con ella en su tiempo, ¿pero que es Mr Collins enfrente a Mr Darcy? Incluso Lady Lucas concuerda que él no es nada. Diez mil libras por año. Los vestidos, los carruajes que ella tendrá.”

Soporté sus comentarios lo mejor que pude, y esperé con ansias el día en el que tendría a Elizabeth conmigo en Pemberley, libre de todas sus relaciones.

Martes 28 de Octubre

No sabía que podía sentirme tan nervioso, pero esta mañana me sentí casi tan nervioso como el día en que le pedí a Elizabeth que se casara conmigo. Bingley y yo nos dirigimos a la iglesia juntos. Creo que él estaba aun más ansioso que yo cuando fuimos y tomamos nuestros lugares en el frente.
Los invitados comenzaron a llegar. Mr Collins  fue el primero. Su esposo no estaba con el, pues ella era la dama de Elizabeth. Mrs Philips lo siguió. Los Lucas llegaron, después una cantidad de conocidos de Elizabeth. Por mi parte, de familiares son estaban el Coronel Fitzwilliam y mi hermana Georgiana. Lady Catherine y Anne no asistieron. No lo esperaba, y estaba aliviado de que mi tía decidiera permanecer alejada, pero me hubiera gustado el ver a Anne, y sospecho que a ella le hubiera gustado verme seguramente casado con Elizabeth.
La iglesia estaba llena. Los invitados tomaron sus asientos. Bingley y yo intercambiamos miradas. Miramos hacia la puesta. Nos volvimos a voltear a ver. Mire mi reloj. Bingley miró el suyo. El sonrió nerviosamente. Yo sonreí tranquilizadoramente. El asintió. Junte mis manos. Y entonces escuchamos un suspiro y, volteando alrededor, contemplé a Elizabeth. Estaba caminando hacia el altar en el brazo de su padre, con Jane en el otro brazo. Pero no tenía ojos para Jane. Tenía solo ojos para Elizabeth. Ella se veía radiante. Sentí mis nervios y angustias dejarme mientras ella se me unía, tomando su lugar junto a mí, como Jane tomaba su lugar junto a Bingley.
El servicio fue sencillo pero me conmovió profundamente. Al intercambiar los votos Elizabeth y yo, pensé que no podía existir un hombre más feliz en toda Inglaterra.
 Partimos de la iglesia, y mientras miraba a Elizabeth, sabía que ella era ahora Mrs Darcy.
“¡Mrs Darcy!” dijo su madre, repitiendo mis pensamientos. “Que bien suena. ¡Y Mrs Bingley! ¡Oh! Si pudiera ver a mis otras dos hijas tan bien casadas, no tendría nada más que pedir.”
Regresamos a Longbourn para el desayuno de la boda, y después Elizabeth y yo nos dirigimos a dar un paseo por Lake District. Jane y Bingley fueron con nosotros. Nos detuvimos en la noche en una pequeña posada y estoy haciendo lo mejor con esta oportunidad de escribir en mi diario, pues no tendré tiempo después. Estoy ansioso de que llegué la tarde. Después de la cena, nuestro verdadero matrimonio comenzará.