Martes 7 de Octubre
Me encontré con Caroline en el desayuno, y
estaba complacido por la forma en que ella se comportaba, educadamente.
“Me he enterado de que debo felicitarle,”
comentó.
“Si, me voy a casar.”
“Estoy encantada” dijo ella. “Ya era
tiempo de que tomarás a una esposa. ¡Quién hubiera pensada que cuando venimos a
Netherfield el años pasado, ambos, usted y Charles encontrarían amor
verdadero!”
Ignoré su tono chusco.
“Tal vez algún día sea usted tan afortunada
como yo.”
“No creo que me vaya a casar nunca”
declaró. “No tengo ningún deseo de dejar a nadie controlarme. ¿Cuándo será la
boda?”
“Pronto.”
“Entonces debo de ver a mi modista. Dos
bodas en tan poco tiempo requerirán de una planeación cuidadosa.”
“Oh, sí” dijo Louisa. “Debemos de tener
algo nuevo.”
Después del desayuno, Bingley yo nos
dirigimos a Longbourn.
“Caroline se porto muy educada,” le dije.
“Creo que tomo bien las noticias.”
“No fue tan educada cuando se lo dije,”
comentó Bingley. “pero le recordé que si no era cortés contigo se vería
excluida de Pemberley.”
Llegamos. Mrs Bennet estaba llena de
sonrisas mientras saludaba a Bingley, y llena de gestos al saludarme. ¿Cómo
reaccionará cuando sepa que estoy por ser su yerno?
Bingley miró a Elizabeth cálidamente, así
que estoy seguro que ella adivinaba que ya se lo había contado, cuando él dijo:
“Mrs Bennet, ¿No tendrá otros caminos por aquí en los que Lizzy pueda perderse
nuevamente?”
Mrs Bennet estaba lista para aceptar su
sugerencia, ansiosa por permitirle un poco de privacidad con Jane. Ella sugirió
que camináramos hacia el monte Oakham. Bingley, en un tono brillante, dijo que
estaba seguro de que sería demasiado para Kitty, y Kitty concordó que prefería
quedarse en casa. ¡Es un gran cambio el tener a Bingley ordenando mi vida por
mí! Pero no podía quejarme, pues unos minutos después ya estaba fuera de la
casa, libre de hablar con Elizabeth.
“Debo de pedir el consentimiento de su
padre para nuestro matrimonio” comenté, mientras vagábamos por el monte.
“¿Y si él no lo da?” ella preguntó con una
amplia sonrisa.
“Entonces tendré que llevármela sin su
consentimiento,” dije. “¿Cree que me lo negará?” le pregunté más seriamente.
“No. No le temo a lo que él pueda decir.
Por lo menos, no una vez que lo haya conocido mejor, aunque, al principio creo
que estará sorprendido. Cuando la carta de Mr Collins llego…”
Se detuvo.
La miré inquisitivamente.
“Mr Collins le escribió, diciéndole que no
debía casarme con usted, pues molestaría a Lady Catherine”
“¿Y qué fue lo que su padre respondió?”
“Está muy ocupado disfrutando la ridiculez
del asunto como para responder aún.”
“Puedo ver que tendré una entrevista
difícil con él. ¿Pensará que estoy bromeando cuando le pida por su mano?”
“No creo que se atreva a hacerlo.”
Respondió.
Ella hablaba alegremente, pero podía notar
que estaba preocupada.
“Me esforzaré por conocerlo” dije. “Él y
yo nos entenderemos mejor, y me aseguraré de que no se arrepienta de haber dado
su consentimiento.”
Seguimos caminando.
“Y además está mi madre.”
“¿Cree que dejaré de ser ‘ese hombre’ en
sus ojos?” le pregunté con una sonrisa.
“Ni lo mencione” dijo ella con un
escalofrío. “Si supiera cuantas veces me he apenado por ella, o cuantas veces
he deseado que se quede callada. Creo
que se lo comentaré cuando este sola” prosiguió. “Entonces tendrá la
oportunidad de sobre pasar la primera impresión, y posiblemente le hará hablar
más racionalmente hacia usted.”
“¡Exactamente los pensamientos de Bingley,
cuando decidió que sería mejor darle la noticia a Caroline el mismo!”
“¿Me preguntó si ella seguirá pensando que
su caligrafía es tan uniforme una vez que este casado?”
“Me temo que no. Ella probablemente la
encuentra extraordinariamente
desordenada.”
Alcanzamos la cima del monte.
“Y bien, ¿qué le parece la vista desde
aquí?” Elizabeth me preguntó.
Voltee a verla a ella.
“Me gusta mucho” respondí.
Ella se veía tan hermosa que le cedí el
paso a la necesidad de besarla. Ella estaba sorprendida al principio, pero
después respondió tiernamente, y supe que nuestro matrimonio sería muy feliz en
todo sentido.
Seguimos caminando juntos, hablando del
futuro. Estoy ansioso por mostrarle a Elizabeth Pemberley, no como una
visitante, pero como su futura dueña.
“¿No le importará que mi tía y tío nos
visiten?” ella preguntó.
“Por supuesto que no. Me agradan.”
“¿Y mis hermanas?”
“Jane y Bingley estarán con nosotros
seguido. Sus hermanas más jóvenes son bienvenidas de visitarnos cuando gusten,
o cuando usted lo desee- Pero no recibiré a Wickham.”
Nos reunimos con Jane y Bingley mientras
regresábamos a Longbourn.
Durante el resto del día, Elizabeth no
estaba tranquila. Deseaba liberarla de sus preocupaciones, pero no podía hablar
con Mr Bennet sino hasta terminar la cena. Tan pronto como lo vi retirarse a la
biblioteca, lo seguí.
“Mr Darcy” dijo sorprendido, mientras
cerraba la puerta de la biblioteca detrás de mí.
“Me gustaría hablar con usted” dije.
“Estoy a sus órdenes. Ha escuchado,
supongo, del rumor que dice que usted está por casarse con Elizabeth, y desea
que sea detenido, pero le sugiero que disfrute de su absurdidad, en vez de
preocuparse por una inofensiva tontería.”
“No la encuentro ni remotamente absurda,”
le dije. “La encuentro altamente deseable. Lo he seguido con el fin de pedirle
la mano de Elizabeth en matrimonio.”
Quedo boquiabierto.
“¿Pedirme la mano de Elizabeth en
matrimonio?” repitió por fin.
“Si.”
“Pero debe de haber algún error”
“No hay ningún error.”
“Pero yo pensé… eso es, ¡Mr Collins es un
tonto! Él está siempre deleitándome con alguna noticia o historia absurda, y
estaba seguro de que debía haber cometido algún error. Usted, ¡quien jamás
había puesto ojos en Elizabeth en su vida! Y aun así me dice ahora que desea
casarse con ella.”
“En verdad la amo, y de haberla elegido
para mis atenciones, he hecho más que eso. Usted no ha estado ahí, sin embargo,
así que no puedo culparlo por su sorpresa. Cuando ella estaba en Netherfield, y
tuve el placer de disfrutar de su compañía por casi una semana, pase la mayoría
de mi tiempo con ella. La vi nuevamente en Kent, cuando fue a visitar a Mrs
Collins, y llegamos a conocernos mejor. La encontré más recientemente en
Derbyshire, y cada vez que la encontraba, la amaba aun más. Mis sentimientos no
son de corta duración. Son duraderos, y no cambiaran.”
“¡Pero ella siempre lo ha odiado!”
respondió. “Cualquier hombre que persista en contra de esta obvia aversión debe
de sufrir locura.”
A esto sonreí.
“Puedo asegurarle que estoy
suficientemente cuerdo. Su aversión ha sido superada hace mucho. Ya le he
pedido que se casará conmigo, y me dio el sí.”
“¡Dijo si!” exclamó Mr Bennet débilmente.
“Y como los dos estamos de acuerdo,
necesitamos solo su permiso para fijar la fecha.”
“¿Y si no lo doy?”
“En ese caso, me temo que tendré que
casarme con ella sin él.”
Me miro como si estuviera decidiendo si
estaba hablando en serio. Después, recuperando su ingenio, dijo: “Si es como
dice, y Elizabeth en verdad desea casarse con usted, entonces ustedes tienen mi
consentimiento y mi bendición. Pero quisiera oírlo de sus labios. Mandela
conmigo.”
Lo deje y fui con Elizabeth. Ella vio por
mi rostro que su padre había dado su consentimiento.
“Él desea hablar contigo.”
Ella asintió, y dejo la habitación.
Mrs Bennet, quien había estado hablando
con Jane y Bingley, notó su partida.
“¿Ha donde ha ido Lizzy?” le preguntó a
Jane.
“No lo se,” respondió Jane, aunque por su
expresión podía ver que lo había adivinado.
“Supongo que ella ha logrado crear una
excusa para salir de la habitación, estando ya cansada de tener que hablar con
ese displicente caballero.” Dijo Mrs Bennet, sin tomarse la molestia de bajar
el tono de su voz. “No la culpo. Ahora, Jane, debes de tener un nuevo vestido
para tu boda. ¿Qué color crees que debe ser? Yo me case de azul.” Ella dijo.
“en un de los vestidos más hermosos, no como las modas de ahora. Tenía una
falda amplia, y una blusa en punta. Debemos de asegurarnos que tú tengas algo
igual de fino. Satín, creo, o encaje Bruges.”
Jane me miro disculpándose al inicio de
este discurso, y después atendió a su madre, pero apenas y escuche la efusiva
charla de Mrs Bennet. Me estaba preguntando qué estaba pasando en la
biblioteca. Elizabeth parecía hacerse ido ya mucho tiempo. ¿Qué le estaba
diciendo su padre? ¿Acaso le estaba tomando tanto tiempo el convencerlo de sus
sentimientos por mí?
“He notado frecuentemente, que el lujo de
la boda no tiene ninguna relación con la felicidad del matrimonio” dijo Mary,
saliendo de su libro. “Tales cosas son mera vanidad, dispuestas para atrapar a
la incauta mujer y dirigirla por el camino de la tentación.”
“Oh, hush Mary, guarda silencio, nadie te
pregunto” dijo Mrs Bennet, molesta “Cuando encuentres a un esposo, puedes decir
tanto como quieras acerca de la naturaleza de los vestidos de novia.”
Mary fue silenciada.
“Cuando me case, tendré una falda de satín
cubierta por una capa de encaje,” dijo Kitty, “Y no me escapare con mi esposo a
vivir en Londres primero.”
“Kitty, guarda silencio” dijo Mrs Bennet.
Ella volteo hacia Bingley con una sonrisa. “¿Qué es lo que usted se pondrá Mr
Bingley? ¿Un saco azul o uno negro? Wickham se caso en su saco azul. ¡Mi
querido Wickham!” dijo con un suspiro. “Que hombre tan apuesto. Pero no tan
apuesto como usted.”
Capte la mirada de Bingley. Era probable
que, si Wickham hubiera tenido cinco mil libras por año, habría sido tan
apuesto como Bingley.
“Me pondré lo que Jane desee.” Respondió.
¿En dónde estaba Elizabeth? Sentí que mi
impaciencia crecía. Al fin regresó a la habitación y sonrió. Todo estaba bien.
La velada paso tranquilamente, recibí una fría reverencia por parte de Mrs
Bennet cuando me fui, y me pregunté cual sería su recepción la mañana del día
siguiente. Vi líneas de preocupación en la boca de Elizabeth, y sabía que no
estaba feliz por lo que le esperaba en la entrevista con su madre.
“Para esta hora mañana, todo habrá
terminado” dije.
Ella asintió, y entonces Bingley y yo nos
fuimos.
“¿Su padre dio su consentimiento?”
preguntó Bingley mientras regresábamos a Netherfield.
“Lo hizo.”
“Jane y yo ya hemos fijado una fecha para
nuestra boda. ¿Nos estábamos preguntando qué pensarían tu y Elizabeth de una boda
doble?”
Me sorprendió mucho la idea.
“Me agrada. Si Elizabeth acepta, entonces
eso es lo que haremos.”
Miércoles 8 de Octubre.
“Mr Bingley”dijo Mrs Bennet, jugueteando
mientras lo saludaba. Volteo hacia mí, y vi a Elizabeth ponerse tensa. Pero su
madre simplemente me miro con asombro y dijo: “Mr Darcy.”
No había frialdad en su tono. En realidad
parecía sorprendida. Le hice una reverencia y me dirigí al lado de Elizabeth.
La mañana paso tranquila. Mrs Bennet llevo
a las jóvenes arriba con ella mediante cualquier pretexto, y Elizabeth y nos
vimos libres de hablar. Cuando el almuerzo fue servido, Mrs Bennet se sentó a
un lado mío, y Elizabeth en el otro.
“¿Un poco de salsa holandesa, Mr Darcy?”
dijo Mrs Bennet. “Tengo entendido que le gustan las salsas.”
Pase mi mirada por la mesa, y vi nada más
que seis salseras. Estaba por rechazar la salsa holandesa cuando vi la
expresión mortificada de Elizabeth y me decidí a devolver la nueva civilidad de
Mrs Bennet con civilidad de mi parte.
“Gracias.”
Tome un poco de salsa holandesa.
“Y b arnaise? La mande hacer especialmente
para usted.”
Dude un poco, pero puse un poco de salsa b
arnaise junto a la salsa holandesa.
“¿Y un poco de salsa de vino de Oporto?”
dijo. “Espero que pruebe un poco. El
cocinero la hizo especialmente.”
Me serví un poco de salsa de vino de
Oporto y mire mi plato en consternación. Mire a Elizabeth y la atrape riendo.
Me serví un poso de salsa de b chamel, salsa de mostaza y salsa de crema
también, y después me dispuse a comer mi extraña merienda.
“¿Está disfrutando su almuerzo?” preguntó
Mrs Bennet solícitamente.
“Si, gracias.”
“No es a lo que está usted acostumbrado,
supongo.”
Podía decir honestamente que no lo era.
“¿Tendrá usted dos o tres cocineros franceses,
me supongo?”
“No, solo tengo una cocinera, y ella es
inglesa.”
“¿Es su cocinera en Pemberley?”
“Si, lo es.”
“Pemberley,” dijo Mrs Bennet. “Que
imponente suena. Me alegra que Lizzy haya rechazado a Mr Collins, pues una casa
parroquial no es nada comparada con Pemberley. Imagino que la chimenea será aun
más grande que la de Rosings. ¿Cuánto ha costado, Mr Darcy? ”
“No estoy seguro.”
“Seguramente mil libras o mas.”
“Debe ser difícil mantenerlo” dijo Mr
Bennet. “Incluso en Longbourn, es difícil sustentar todos los mantenimientos”
Nos adentramos en una discusión acerca de
las propiedades, y encontré que Mr Bennet es un hombre sensato. Puede ser
negligente en lo que concierne a su familia, pero sus deberes en otras áreas
son llevados a cabo responsablemente.
Debo de perdonar su presente negligencia,
pues gracias a ella Elizabeth es como es. Su vivacidad y energía habrían sido
aplastadas bajo una crianza ordinaria.
He decidido que Georgiana debe de tener un
tiempo sin una institutriz o acompañante, para que pueda desarrollar su propia
personalidad. Estoy segura que Elizabeth estará de acuerdo.
Viernes 10 de Octubre.
Elizabeth me ha preguntado cómo me había
enamorado de ella.
“¿Cómo pudo haber iniciado?” preguntó-
“puedo entender como fue avanzando encantadoramente una vez comenzado; pero
¿Qué pudo haberte inclinado hacia ello?”
Lo pensé. ¿Qué pudo haber sido lo que me
llevo a enamorarme de ella? ¿Fue cuando me miro satíricamente en la asamblea?
¿O cuando había caminado sobre el lodo para ver a Jane? ¿O cuando se negó a
alagarme, al no decirme cuán bien escribía? ¿O cuando se había negado a tratar
de atraer mi atención?
“No puedo decidir la hora, o el momento, o
la mirada, o las palabras que cimentaron la base. Fue hace mucho. Estaba en la
mitad del camino, antes de darme cuenta que había comenzado.”
Ella me molesto, diciendo que había
resistido su belleza, y por lo tanto debía haberme enamorado de su
impertinencia.
“Es seguro, que usted no conocía nada
bueno sobre mi – pero nadie piensa en eso cuando está enamorado.”
“¿Acaso no había bondad en su
comportamiento afectuoso hacia Jane, mientras ella estaba enferma en
Netherfield?”
“¡Mi querida Jane! ¿Quién podría haber
hecho menos por ella? Pero vuelve mi comportamiento una virtud sin falta. Mis
cualidades están bajo su protección, y podrás exagerarlos tanto como sea
posible.”
“No te ofendes fácilmente. No pudo haber
sido fácil para usted estar en Netherfield – no fuiste muy bien recibida – y
aún sí estaba divertida, más que cualquier cosa por nuestra rudeza.”
“Me gusta reír” admitió.
“Y usted le es leal a sus amigos. Me
reprendió por mis comportamiento con Wickham -”
“¡No hable de él!” me suplicó. “Apenas y
puedo soportar él pensar en ello.”
“Pero yo si puedo. Él es un individuo
detestable, pero no lo sabía en ese momento, y lo defendió. No hay muchas
mujeres que defenderían a un podre amigo contra un rico y codiciable soltero.”
“Sin importar que tan indigno sea el
´amigo´” dijo tristemente.
“Y no temió el cambiar de opinión una vez
que supo la verdad. No se aferró a sus prejuicios, tanto de Wickham como míos.
Usted admitió la justicia de lo que dije.”
“Si, acepte que un hombre que no le da una
vivienda a un derrochados no es un bruto. ¡Ese es un signo de gran bondad, en
verdad!”
“Ayudó con todo lo que estaba en su poder
para ayudar a Lydia, a pesar de que sabía que ella era salvaje y descuidada”
remarqué.
“Ella es mi hermana. Difícilmente podría
abandonarla a su suerte con un truhán.” Replicó.
“Pero tengo el permiso de exagerar sus
cualidades” le recordé- “Usted misma lo dijo”
Ella se rió.
“Pobre Lydia. Pensé que ella había
arruinado la posibilidad de mi felicidad con usted para siempre. No podía
imaginar cómo podría usted desear estar conectado con una familia en la que una
de las hermanas se había fugado, especialmente por ser su mayor enemigo con
quien se había escapado.”
“Nunca pensé en eso. Usted me había
enseñado para entonces que tales cosas no importan.”
“Le he enseñado más cosas de las que había
notado, entonces. Cuando vino usted a Longbourn, después de la boda de Lydia -”
“¿Si?”
“Hablo tan poco. Pensé que yo ya no le
interesaba.”
“Puesto que usted estaba seria y callada,
y no me daba ningún aliciente.”
“Estaba apenada” ella dijo.
“Y yo también.”
“Dígame, ¿Por qué regresó a Netherfield?
¿Era simplemente para poder cabalgar a Longbourn y estar avergonzado? ¿O
planeaba algo con más consecuencia?”
“Mi verdadero propósito era el verla, y
juzgar, si podía, si acaso podría tener esperanzas en enamorarla. Lo que
declaraba, o lo que me declaraba a mí mismo, era que venía ver si su hermana
estaba aún interesa en Bingley, y si lo estaba, confesarle a Bingley mis
intervenciones en ese asunto.”
“¿Tendrá alguna vez el valor para
anunciarle a Lady Catherine lo que le espera?”
“Creo que necesitó más tiempo que valor,
Elizabeth. Pero debe de hacerse, y si me proporciona una hoja de papel, lo haré
ahora mismo.”
Mientras yo escribía mi carta para Lady
Catherine, Elizabeth escribió una carta a su tía y tío en Gracechurch Street.
La suya era mucho más fácil que la mía, puesto que proporcionaría placer,
mientras que la mío daría angustias. Pero debía realizarse.
Lady
Catherine,
Estoy seguro de que deseará
desearme felicidad. Le he pedio a Miss Elizabeth Bennet su mano, y ella
me ha dado el gran honor de cedérmela en matrimonio.
Tu
sobrino,
Firzwilliam
Darcy.
Y ahora escribiré una más placentera, me
dije. Tomé otra hoja de papel y le escribí a Georgiana.
Mi querida hermana,
Sé que estarás encantada de escuchar que Elizabeth y
yo nos casaremos. Te lo contaré todo cuando te vuelva a ver.
Tu amoroso hermano,
Fitzwilliam
Era corta, pero no tenía tiempo para más.
La releí, la sellé y dirigí el sobre.
“¿Le importaría tener otra hermana?” le
pregunté a Elizabeth.
“De ninguna manera. Lo espero con ansias.
¿Vivirá con nosotros en Pemberley?”
“¿Si no tiene usted ninguna objeción?”
“Ninguna.”
“Ella podrá aprender mucho de usted.”
“Y yo de ella. Podrá contarme todo lo
referente a las tradiciones en Pemberley.”
“Puedes alterar cualquier cosa que no te
agrade.”
“No, no alteraré nada. Mi tía y yo estamos
de acuerdo en esto. Pemberley es perfecto tal y como es.”
Martes 14 de Octubre
Elizabeth esta deleitada con la letra de
Georgiana, la cual llegó esta mañana. Estaba bien escrita, y en cuatro páginas
expresaba el placer que sentía Georgiana de tener una hermana.
Menos bienvenida fue la carta de Lady
Catherine.
Fitzwilliam,
No te nombro sobrino, pues ya no eres sobrino mío. Estoy sorprendida y
ofendida de que pudieras inclinarte a ofrecer tu mano a una persona de tan bajo
rango. Es una mancha en el honor y crédito del apellido Darcy. Ella no te
traerá más que degradación y pena, y reducirá tu hogar a un lugar de
impertinencia y vulgaridad. Sus hijos serán salvajes e indisciplinados. Sus
hijas se escaparan y sus hijos se convertirán en abogados. Nunca serás recibido
por ninguno de tus conocidos. Serás desgraciado en los ojos del mundo, y te
convertirás en una figura de desprecio. Te arrepentirás amargamente de este
día. Recordarás que te advertí de las consecuencias de tan desastroso acto,
pero para entonces será muy tarde. No terminaré esta carta deseándote
felicidad, pues ninguna felicidad puede seguir tan desastrosa unión.
Lady Catherine de Bourgh.
Miercoles 15 de Octubre
Cene con Elizabeth esta tarde, y me
sorprendió el encontrar una grupo grande, consistente de Mrs Philips, Sir
William Lucas y Mr y Mrs Collins. La visita inesperada de los Collinses fue
pronto explicada. Lady Catherine había estada últimamente tan enfadada por
nuestro compromiso que pensaron más sabio el irse de Kent por un tiempo y
retirarse a Lucas Lodge.
Elizabeth y Charlote tenían mucho que
discutir, y mientras las dos hablaban después de la cena, me vi consignada a
las gratificaciones de Mr Collins.
“Estaba deleitado al saber que usted le
había ofrecido su mano a mi querida prima, y que ella, en su sabiduría femenina
y agraciada, lo había aceptado.” Dijo, radiante. “Ahora comprendo la razón por
la cual ella no podía aceptar la propuesta que yo tan imprudentemente le había
hecho el otoño pasado, cuando yo no conocía nada de los presentes felices
acontecimientos. Pensé en esos momentos que era extraño que una joven tan
amable rechazará la nada excepcional mano de una estimable caballero,
particularmente uno que poseía una viviendo tan ventajosa, y quien, si me
permite mencionarlo, tenía las virtudes de su profesión que ofrecerle ,así como
las virtudes de su persona. Su negativa parecía inexplicable para mí en su
momento, pero ahora entiendo completamente. Mi querida prima había ya perdido
su corazón por alguien quien, si me permite mencionarlo, es por virtud de su
posición, mucho más digno incluso que un párroco, pues él tiene el destino del
mismo en sus manos.”
Vi a Elizabeth mirar satíricamente hacia
mí, pero soporte su conversación con compostura. Puedo incluso, con el tiempo,
empezar a entretenerme con ella.
“Admirablemente expresado” dijo Sir
William Lucas, mientras se nos unía. Me hizo una reverencia, y después a Mr
Collins, y a mi nuevamente. “Solo ese valor podría resignarnos al hecho de que
usted se estará llevando la joya más brillante del estado cuando se lleve a
Elizabeth a Derbyshire,” continuó con otra reverencia. “Espero que todos nos
encontremos frecuentemente, ya sea en Longbourn o en St James´s.”
Afortunadamente nos retiramos a cenar, y
aunque me había librado de la compañía de Mr Collins y Sir William, me encontré
sentado al lado de Mrs Philips. Ella parecía muy sorprendida como para decir
mucho, pero cuando hablo, fue todo muy vulgar.
“¿Entonces, Mr Darcy, es cierto que usted
tiene diez mil libras al año?” ella preguntó.
La miré inquisitivamente.
“Estoy seguro de que debe ser así, pues lo
he oído decir en todas partes. ¿Y es Pemberley más grande que Rosings?”
Cuando no respondí, ella volvió a hacer la
pregunta.
“Lo es” dije.
“¿Y cuanto vale la chimenea? Mr Collins
estaba contando que la chimenea en Rosings había costado ochocientas libras.
Supongo que la chimenea en Pemberley debió costar alrededor de mil libras. Mi
hermana y yo hablamos sobre ello el otro día.”
“Téngalo por seguro” dije. “debió de haber
sido más de mil libras”
“Es muy seguro que costó más de doce mil
libras” respondió. “Es algo muy bueno que Lizzy no se casará con Mr Collins,
después de todo, aunque mi hermana estaba muy disgustada con ella en su tiempo,
¿pero que es Mr Collins enfrente a Mr Darcy? Incluso Lady Lucas concuerda que
él no es nada. Diez mil libras por año. Los vestidos, los carruajes que ella
tendrá.”
Soporté sus comentarios lo mejor que pude,
y esperé con ansias el día en el que tendría a Elizabeth conmigo en Pemberley,
libre de todas sus relaciones.
Martes
28 de Octubre
No sabía que podía sentirme tan nervioso, pero esta mañana me sentí casi
tan nervioso como el día en que le pedí a Elizabeth que se casara conmigo.
Bingley y yo nos dirigimos a la iglesia juntos. Creo que él estaba aun más
ansioso que yo cuando fuimos y tomamos nuestros lugares en el frente.
Los invitados comenzaron a llegar. Mr Collins fue el primero. Su esposo no estaba con el,
pues ella era la dama de Elizabeth. Mrs Philips lo siguió. Los Lucas llegaron, después
una cantidad de conocidos de Elizabeth. Por mi parte, de familiares son estaban
el Coronel Fitzwilliam y mi hermana Georgiana. Lady Catherine y Anne no
asistieron. No lo esperaba, y estaba aliviado de que mi tía decidiera
permanecer alejada, pero me hubiera gustado el ver a Anne, y sospecho que a
ella le hubiera gustado verme seguramente casado con Elizabeth.
La iglesia estaba llena. Los invitados tomaron sus asientos. Bingley y
yo intercambiamos miradas. Miramos hacia la puesta. Nos volvimos a voltear a
ver. Mire mi reloj. Bingley miró el suyo. El sonrió nerviosamente. Yo sonreí
tranquilizadoramente. El asintió. Junte mis manos. Y entonces escuchamos un
suspiro y, volteando alrededor, contemplé a Elizabeth. Estaba caminando hacia
el altar en el brazo de su padre, con Jane en el otro brazo. Pero no tenía ojos
para Jane. Tenía solo ojos para Elizabeth. Ella se veía radiante. Sentí mis
nervios y angustias dejarme mientras ella se me unía, tomando su lugar junto a mí,
como Jane tomaba su lugar junto a Bingley.
El servicio fue sencillo pero me conmovió profundamente. Al intercambiar
los votos Elizabeth y yo, pensé que no podía existir un hombre más feliz en
toda Inglaterra.
Partimos de la iglesia, y
mientras miraba a Elizabeth, sabía que ella era ahora Mrs Darcy.
“¡Mrs Darcy!” dijo su madre, repitiendo mis
pensamientos. “Que bien suena. ¡Y Mrs Bingley! ¡Oh! Si pudiera ver a mis otras
dos hijas tan bien casadas, no tendría nada más que pedir.”
Regresamos a Longbourn para el desayuno de la
boda, y después Elizabeth y yo nos dirigimos a dar un paseo por Lake District.
Jane y Bingley fueron con nosotros. Nos detuvimos en la noche en una pequeña
posada y estoy haciendo lo mejor con esta oportunidad de escribir en mi diario,
pues no tendré tiempo después. Estoy ansioso de que llegué la tarde. Después de
la cena, nuestro verdadero matrimonio comenzará.