jueves, 29 de noviembre de 2012

El Diario del Sr. Darcy- Amanda Grange OCTUBRE (1)



Martes 2 de Octubre

El coronel Fitzwilliam nos visitó hoy para ver cómo estaba Georgiana. Ella está muy recuperada, y pronto seré capaz de regresar a Netherfield.
“¿Tengo entendido que has ido recientemente a Netherfield?” él dijo.
Estábamos comiendo en el comedor. Georgiana, todavía indispuesta por su enfermedad, prefirió la cena en su cuarto.
“Si.” Le conté sobre el compromiso de Bingley.
“¿Y te molesta?”
“No. Estoy muy feliz por él. Estoy feliz por ambos.”
“¿Acaso Miss Elizabeth Bennet te habló sobre tu carta? ¿Ha aceptado que tu no fuiste la causa de la ruina de Wickham?” preguntó vacilante.
“Ella no ha dicho nada, pero creo que lo ha aceptado.”
“¿Y eso ha endulzado sus sentimientos hacia ti?”
No supe cómo responder.
“Estos asuntos son dolorosos mientras duran, pero no deben de permitirse durar para siempre.” Dijo. “Es tiempo de que vuelvas tu mirada al futuro nuevamente, Darcy. Debes de casarte. Sería bueno para Georgiana el tener a un mujer en la casa” Tomó un bocado de rodaballo, y dijo. “Anne ha estado esperando tu proposición por varios años.”
“¿Anne?” pregunté sorprendido.
“Vamos Darcy, sabes cómo Lady Catherine ha tomado su matrimonio como algo decidido desde que su cuna. Estaba sorprendido cuando le ofreciste tu mano a Elizabeth, pero como no era de mi incumbencia. Mantuve la calma. Ahora que te ha rechazado, creo que deberías formalizar tu compromiso con Anne.”
“No tengo ninguna intención de casarme con Anne.” Dije.
“Pero Lady Cartherine lo espera. Ella y tu madre los prometieron a ella y a ti en sus cunas.”
“¿Ella no piensa en serio en eso? La he escuchado decirlo muchas veces, pero lo tomaba como una vana fantasía, tal como: Cuando eras un bebe, mi hermana y yo decidimos que irías al ejercito, o cuando eras niño, yo decidí que te adentraría a la política.”
“Te lo aseguró, ella lo dice en serio”
“¿Y Anne?” pregunté.
“Si. Ella también lo espera. Es por eso que nunca se ha casado.”
“Yo pensaba que era porque aún era joven…”
“Ella tiene veintiocho, como tú. Has olvidado que estuvieron en sus cunas juntos, y que los tres jugábamos juntos cuando éramos niños?”
Lo había olvidado. Ella solía perseguirnos a mi primo y a mí. No, no perseguirnos. Ella podía correr igual de rápido que yo. Mi primo, siendo cinco años más grande que yo, podía superarnos a los dos.
“¿Recuerdas como solía retarnos a subir a la cima del roble?” él preguntó. “Ella no debía subirlo. En su intento rompió su vestido, y fue confinada al vivero con pan y leche por una semana.”
“Lo recuerdo. También recuerdo como le llevaste una sándwich frio de res y una rebanada de pay, envueltos en un pañuelo. Pensé que seguramente caerías al subir por el techo a su ventana. ¿Acaso alguna vez fuiste atrapado robando de la cocina?”
“No. Mrs Heaney siempre culpaba al perro.”
“¡Pobre Ceasar! Habia olvidado las hazañas de Anne. Era mucho más vivaz como niña, cuando su salud era buena.” Comenté.
“Y cuando tenía a Sir Lewis para defenderla. Él se entero de las ordenes de Lady Catherine de tenerla confinada al vivero, y fue el mismo a darle medio soberano.”
“¿En verdad?” dije con una sonrisa.
Podía imaginarlo. Sir Lewis había querido siempre mucho a Anne, y ella también había querido mucho a su padre. Había sido un golpe muy fuerte para ella su muerte,
“Siempre me he preguntado….” Empezó mi primo.
“¿Si?”
“Has notado que su toz es siempre peor cuando su madre está cerca.”
“No.”
“Y no solo su toz, también su timidez. Ella es mucho más vivaz cuando está conmigo.”
“Ella nunca muestra mucho espíritu cuando está conmigo.”
“Pero es que te tiene cierto pavor.”
“¿A mí?”
“Eres todo un personaje, Darcy, particularmente cuando estas fuera de quicio. Deja que el clima sea malo, y el aburrimiento te vuelve un ogro.”
“Estaba a punto de decirle que estaba diciendo tonterías, cuando recordé que Bingley me había dicho algo similar.”
“Lamento esto. Pero Anne no necesita sufrir más. Visitaré Rosings y le diré que un matrimonio entre nosotros dos está fuera de toda posibilidad”
“No hay necesidad. Lady Catherine esta en Londres, y Anne esta con ella. Las vi a ambas esta tarde, antes de venir aquí. Lady Catherine desea visitarte antes de regresar a Rosings.”
Terminamos nuestra comida, y después de sentarse conmigo una hora, el Coronel Fitzwilliam se fue. Se quedará en Londres por las próximas dos semanas, y me ha prometido visitar a Georgiana todos los días para asegurarse que este bien y feliz.



Sábado 4 de Octubre.

Lady Catherine vino esta mañana, trayendo a Anne con ella. Estaba a punto de preguntar por su salud, cuando mi tía empezó su discurso sin más preámbulo.
“Debes de poner un fin a estos sinsentidos de una vez, Darcy” dijo, tan pronto como se había sentado.
No sabía de que estaba hablando, pero antes de que pudiera decir algo, prosiguió:
“He escuchado de Mr Collins que estabas a punto de proponerle matrimonio a Miss Elizabeth Bennet. Siéntate Anne.”
Anne prontamente se sentó.
“Sabiendo que tal reporte debía de ser una grotesca falsedad, visité Longbourn en orden de hacer que Miss Elizabeth Bennet lo negarla. ¡La audacia de esa muchacha! ¡Qué perversidad! ¿Aunque, que más podrías esperar con una madre como esa, y un tío en Cheapside? Se negó a darme la negativa de tal reporte, aunque yo sabía que era falso. Nunca he conocido a una chica mas insolente en toda mi vida. Se burló de mi en la manera más vulgar. Cuando le dije que debía contradecir el reporte, me replico que, si había declarada que era imposible, entonces no había necesidad de contradicción. Eres un hombre muy orgulloso como para ser influenciado, cualesquiera sean las artes que ella utilizó. ¡El aliarte con tal familia! Y mediante ellos, el relacionarte con Gearge Wickham, el hijo del mayordomo de tu padre. Él, ¡nombrarte su hermano!  No debe siquiera pensarse. Que pusiera un fina sus artimañas, le dije que estabas comprometido con Anne, y ¿sabes lo que me dijo? ”
“No.” Respondí, no sabiendo que  esperar del discurso de Elizabeth, esperanzado – por primera vez tenía una razón de tener esperanzas – de que no estuviera firmemente en contra mía.
“Que si era así, ¡no hubieras podido hacerle ninguna oferta a ella! Ha perdido cualquier sentido de propiedad. Honor, decoro y modestia, todos prohíben tal alianza! Y aun así ella no podía decirme que el rumor era falso. No tomaba en cuenta de ninguna forma la desgracia que traería al honor de nuestro apellido, o la contaminación que infringiría a la sombra de Pemberley! Cuando pienso en una chica tan ignorante en Pemberley! Pero claro que es imposible. Tú y Anne están hechos el uno para el otro. Descienden de la misma línea noble. Sus fortunas son esplendidas. Y aun así esta chica presuntuosa, sin familia, conexiones o fortuna, no podía asegurarme que nunca se casaría contigo.”
Mis esperanzas se dispararon. ¡No estaba totalmente en contra mía! Si hubiera sido así, se lo hubiera dicho a mi tía. Entonces había aun una oportunidad para mí.
“¿Bueno?” Demando Lady Catherine.
“Mama -” empezó Anne tímidamente.
“Guarda silencio, Anne.” Comandó mi tía. “Dime, Darcy”
“¿Si?” pregunté.
“¿Me asegurarás que tu nunca le pedirás a esta mujer el ser tu esposa?”
“No tía, no lo haré.”
Me miró furiosa.
¿Entonces están comprometidos?
“No tía, no lo estamos.”
“Ah, eso pensé. No podías estar tan perdido en lo que es correcto y propio, y a cualquier sentido común.”
“Pero si ella me acepta, deseo hacerla mi esposa.”
Su silencio fue horrible, y fue seguido por un torrente de palabras.
“Ni siquiera pienses que será bienvenido a Rosings si te casas con esa pretensiosa mujer. No traerás tal vergüenza  y degradación a mi propia casa, aun si eres capaz de traerla en tu propia persona. Tu santa madre estaría perpleja al descubrir que esa mujer es su sucesora en Pemberley.”
“Mi madre estará orgullosa de que haya elegido tan bien.”
“Debes de tener una fiebre. Es la única explicación,” dijo. “Si te casas con esa muchacha serás desterrado de tu familia y amigos.

Ellos no te visitarán, ni te invitaran a visitarlos en respuesta. Serás condenado al ostracismo, marginado.  Te daré una semana para que vuelvas a tus cabales. Si no escucho de ti de ahora a entonces, diciendo que has estado totalmente equivocado en este prepostero plan, y si no me ruegas por mi indulgencia, entonces ya no serás tía vuestra.”

Le di una fría reverencia y ella salió de la habitación.
Ana se rezagó.
“Lo siento” le dije a ella. “Nunca supe que tomabas nuestro matrimonio como algo asentado hasta que mi primo me hablo de ello, pues si no me hubiera asegurado de que supieras que no me veo como prometido tuyo.
“No hay ninguna necesidad de que te disculpes. No quería casarme contigo” dijo.
Ella sonrió, y fue tomado por sorpresa. No había ninguna timidez en su sonrisa, y mientras caminaba hacia mí, ella se veía confiada y segura.
“¿Soy acaso tan terrible?”  Pregunté.
“No, eso no. Como una amiga y una prima te quiero en verdad y me gustas – siempre y  cuando el clima sea bueno, y no te veas forzado a quedarte en casa – pero no te amo, y la idea de casarme contigo me hacia miserable. Me alegra que vayas a casarte con Elizabeth. Ella está enamorada de ti. Ella te sacará de tu rigidez, y seremos todos amigos.”
“¿Ella está enamorada de mi? Me gustaría poder estar tan seguro”
“Una mujer enamorada reconoces a otra” dijo.
Volvió a sonreír y después siguió a Lady Catherine fuera de la habitación.  




Lunes 6 de Octubre

Estoy nuevamente en Netherfield. Llegué aquí con más esperanzas de las que haya sentido jamás, pero aún así no me atrevo a tomar el amor de Elizabeth como algo asegurado. Bingley y yo dejamos Netherfield tempra y llegamos pronto a Longbourn. Miss Bennet estaba llena de sonrojos y nunca había lucido más favorecida. Elizabeth era más difícil de entender. Ella, también, se sonrojó. ¡Ojalá supiera la causa!
Bingley sugirió una caminata.
“Iré por mi boneta”  dijo Kitty. “He estado esperando ver a María. Podemos caminar hacia con los Lucas”
Mrs Bennet frunció el entrecejo para mostrarle su desaprobación, pero Kitty no lo notó.
“No soy una buena caminante, me temo,” dijo Mrs Bennet, volteando hacia Bingley con una sonrisa. “Deben disculparme. Pero Jane ama caminar. Jane, mi querida, ve por tu chaqueta. Ese hombre, supongo, ira también,” ella dijo, volteando hacia mí como si fuera un insecto desagradable.
Elizabeth se sonrojó. Ignoré el comentario lo mejor que pude, pensando que solo mi amor por Elizabeth podría inducirme a volver a poner un pie en esa casa nuevamente.
Bingley parecía desvalido.
“Lizzy, corre y trae tu abrigo también. Debes de hacerle compañía a Mr Darcy. Estoy segura de que el no estará interesada en nada que Jane diga.”
“Estoy muy ocupada como para caminar,” dijo Mary, levantando su cabeza de su libro. “He frecuentemente observado que aquellos que  son mejores caminantes son esos que carecen de la capacidad intelectual de instruirse en los asuntos serio de la vida.”
“¡Oh, Mary!” dijo Mrs Bennet impacientemente,
Mary regresó a su libro.
Elizabeth y su hermana regresaron, y habiéndose puesto sus abrigos nos fuimos. Bingley y su amada pronto se rezagaron. Kitty, sabía, nos dejaría pronto para visitar a su amiga. ¿A caso Elizabeth también iría? Esperaba que no. Si ella se quedaba conmigo, entonces sería capaz de hablar con ella. Y hablar con ella debía.
Llegamos al retorno hacia la casa de los Lucas.
  “Puedes seguir tu sola,” dijo Elizabeth, “no tengo nada que decirle a Maria.”
Kitty corrió había la vereda, dejándonos a Elizabeth y a mi solos.
Voltee hacia ella.
Elizabeth, estaba a punto de decir, cuando ella me detuvo al hablar ella.
“Mr Darcy, soy una criatura muy egoísta que no me preocupo más que de mis propios sentimientos, sin pensar que quizá lastimaría los suyos”
Sentí como me ponía helado. Todas mis esperanzas parecían ahora como mera vanidad. Ella iba a herir mis sentimientos. Había estado equivocado al ver en su negativa de negar el reporte de nuestro compromiso. No había significado nada, excepto que ella no se dignaría a negar un tonto reporte para beneficio de mi tía.
Ella estaba obviamente encontrando difícil el continuar.
Ella me dirá que no vuelva nunca a Longbourn otra vez, pensé. No puede soportar verme. Su disgusto hacia mí es tanto que no puede superarlo. No he usado mis oportunidades. He visitado Longbourn con Bingley y no dicho nada, por que tenia tanto que decir. Aun así nada podía ser dicho en frente de otros. Y ahora es muy tarde. Pero no dejaré que sea muy tarde. Le hablaré y se lo diré, le guste a ella o no.
Pero entonces ella continuó, después de que todos estos pensamientos pasaran por mi cabeza.
“Pero ya no puedo pasar más tiempo sin darle a usted las gracias-”
¿Darme las gracias?  ¿No culparme, pero darme las gracias? No sabía que pensar.
“- por su bondad inigualable con mi podre hermana “
¿Bondad inigualable? ¡Entonces ella no me odia! La idea hizo que mis ánimos aumentarán,  pero cautelosamente, pues no sabía que hubiera podido oír del asunto, o que más iba ella a decir.
“Desde que lo supe, he estado muy ansiosa por demostrarle cuan agradecida me siento. Si el resto de mi familia lo supiera, no tendría solo mi gratitud por expresar”
Gratitud. No quería su gratitud. Gusto, si. Amor, si. Pero no gratitud.
“Siento muchísimo” dije  “que haya sido usted informada de una cosa que, mal interpretada, podía haberle causado alguna inquietud. No creía que Mrs Gardiner fuese tan poco reservada.”
“No debe de culpar a mi tía” respondió. “La indiscreción de Lydia fue lo primero que me descubrió su intervención en el asunto; y, como es natural, no descansé hasta que supe todos los detalles. Déjeme que le agradezca una y mil veces, en nombre de toda mi familia, el generoso interés que le llevó a tomarse tanta molestia y a sufrir tantas mortificaciones para dar con el paradero de los dos.”
Generoso interés. Pensaba bien de mí, pero ¿de qué forma? Era un suspenso agonizante.
“”Si quiere darme las gracias, hágalo sólo en su nombre.” Dije. Mi voz era baja y apasionada. No podía esconder mis sentimientos. “Les tengo un gran respeto, pero no pensé más que en usted.”
Paré de respirar. Había hablado. Había expresado mis sentimientos. Se los había ofrecido a ella, y solo podía esperar y ver si ella los lanzaría de vuelta en mi cara. Pero ella no dijo nada. ¿Poe que no hablaba? ¿Estaba sorprendida? ¿Horrorizada? ¿Feliz? La esperanza se avivo en mi pecho. ¿Tal vez se encontraba muda por la felicidad? Tenía que saberlo.
“Es usted demasiado generosa para burlarse de mí.” añadí “Si sus sentimientos son aún los mismos que en el pasado Abril, dígamelo de una vez. Mi cariño y mis deseos no han cambiado, pero con una sola palabra suya no volveré a insistir más.”
Parecieron años antes de que ella hablara.
“Mis sentimientos son tan diferentes…” comenzó.
Volví a respirar.
“… que me siento muy honrada de pensar que usted pueda aun amarme…”
Empecé a sonreís.
“… ahora recibo con placer y gratitud sus proposiciones.”
“La he amado por tanto tiempo” dije, mientras ella pasaba su mano por mi brazo y ya lo cubría con la mía. El reclamarla era un placer. “Pensé que era imposible. Traté de olvidarla, pero sin ningún resultado. Cuando la vi de nuevo en Pemberley estaba inundado de sorpresa, pero rápidamente bendije mi buena fortuna. Tenía una oportunidad para demostrarle que no era un malvado de espíritu como usted me pensaba. Tenía una oportunidad para demostrarle que podía ser un caballero. Cuando usted no me evitó, cuando aceptó mi invitación, me atreví a tener esperanzas, pero los problemas de su hermana la alejaron de mí y no la vi más. No podía dejar que las cosas quedarán así. Tenía que ayudar a su hermana, y lo hice sabiendo que al hacerlo estaría ayudándola a usted. Entonces, cuando ella estuvo debidamente casada, tenía que verla. Estaba igual de nervioso que Bingley cuando llegué a Longbourn. Era claro que su hermana era una mujer enamorada pero no podía decir nada de sus maneras o su cara. ¿Acaso me amaba? ¿Le gustaba? ¿Podía siquiera tolerarme? Pensé que si, después que no. Decía tan poco -”
“Lo cual no estaba en mi naturaleza” dijo con una amplia sonrisa.
“No.” Respondi, con una sonrisa. “No sabía si era porque estaba disgustado por verme o meramente apenada.”
“Estaba apenada,” ella dijo. “No sabía por qué había venido. Tenía miedo de mostrar demasiado. No quería exponerme al ridículo. No podía creer que un hombre de orgullo como el suyo pudiera ofrecer su mano cuando ya había sido rechazada.”
“Su mano no, pero su corazón sí. Usted es la única mujer con la que he querido casarme, y al aceptar mi mano me ha puesto en deuda con usted para siempre.”
“Se lo recordaré, cuando este enojado conmigo.” Dijo juguetonamente.
“No podría estar nunca enojado con usted”
“Piensa que no, pero cuando contamine las sombras de Pemberley, es posible que lo esté.”
Reí. “Ah, sí, mi tía se expreso enérgicamente con ambos.”
“Ella me dijo que nunca viviría en Pemberley” dijo Elizabeth.
“Debo de aborrecerla por ello, pero esto en deuda con ella. Es su visita la que me trajo con usted”
“¿Fue a verlo?”

“Lo hizo. En Londres. ”Ella estaba muy enojada. Me dijo que había ido a verle, y que le había exigido que contradijera el rumor de nuestro inminente matrimonio. Su negativa de satisfacer sus deseos la pusieron tristemente fuera de sí,  pero me permitió albergar esperanzas”
Hablé de mi carta. “¿Acaso,” dije. “la hizo pensar mejor de mí? ¿Dio, al leerla, crédito de su contenido?”
“Me hizo pensar mucho mejor de usted, y tan inmediatamente, que me sentí profundamente apenada de mi misma. La volví a leer otra vez, y otra vez, y al hacerlo, cada uno de mis prejuicios fueron desvaneciéndose.”
“Sabía que lo que estaba escribiendo podría causarle dolor, pero era necesario. Espero que haya destruido la carta.”
“La carta será quemada, si cree que es esencial para la preservación de mi aprecio; pero, como ambos tenemos razones para pensar que mis opiniones no son totalmente inalterable, no son, espero, tan fácilmente cambiantes”
“Cuando escribí esa letra, me creí a mi mismo en calma y serenidad, pero desde entonces estoy convencido que fue escrita esa carta en una terrible amargura de espíritu.”
“La carta, tal vez, comience con amargura, pero no termino así. El adieus es caridad en sí mismo. Pero no piense más en la carta. Los sentimientos de la persona que la escribió, y la persona que la recibió, son ahora inmensamente diferentes de lo fueron, así que cualquier circunstancia desagradable debe ser olvidada. Debe de aprender de mi filosofía. Piense solo en el pasado cuando el recuerdo le procuré placer.”
No podía hacerlo. No podía dejar el pasado ir sin contarle a ella sobre mis padres, buenas personas que me habían alentado a pensar buen de mi mismo y mezquinamente de los demás. Le dije que era el único hijo varón, e hijo único durante gran parte de mi vida, y como había aprendido a valorar solo a los de mi círculo familiar. `Por usted, fue propiamente humilde. Me presente con usted sin ninguna duda de mi aceptación. Usted me mostro lo insuficiente que eran todas mis pretensiones de complacer a una mujer digna de ser complacida.
Hablamos sobre Georgiana y de Lydia, y del día en el hotel cuando la carta de Jane llegó. Hablar de Jane naturalmente nos llevó a hablar sobre su compromiso.
“¿Debo de preguntar si estaba usted sorprendido?” preguntó Elizabeth.
“Para nada. Cuando me fui, presentí que pronto sucedería.”
“Eso quiere decir, que ya había dado su permiso, me atrevo a adivinar”
Para entonces ya habíamos llegado a la casa. No fue hasta que entramos que me di cuenta del tiempo que habíamos estado afuera.
“Mi querida Lizzy, ¿en donde pudiste haberte ido a caminar?” preguntó su hermana, mientras nos sentamos en la mesa.
Elizabeth se sonrojó, pero dijo: “Nos paseamos por ahí, sin poner atención de a dónde íbamos, y nos perdimos.”
“Ten seguro que me apena sobremanera,” dijo Mrs Bennet, susurrando lo suficientemente fuerte para que lo escuchara “Debe haber sido un gran suplicio para ti, tener que hablar con ese antipático hombre.”
Elizabeth estaba mortificada, pero atrape su mirada y sonreí. Su madre puede ser la mujer más espantosa que mi desgracia me haya hecho conocer, pero toleraría una docena de madres como ella por el bien de Elizabeth.
No podía hablar con ella como deseaba durante la tarde. Jane y Bingley se sentaron juntos, hablando del futuro, pero hasta que le pidiera a Mr Bennet la mano de Elizabeth, ella y yo no podríamos consentir en tales discusiones.
Era tiempo de que Bingley y yo regresáramos a Netherfield. Fue capaz de desahogar mis sentimientos un poco en el carruaje al dirigirnos a casa.
“Ya te he deseado felicidad,” dije. “Ahora tú debes hacer lo mismo.”
Bingley parecía sorprendido.
“Me casaré con Elizabeth.”
“¿Elizabeth?”
“Si. Me le propuse durante nuestra caminata. Ella ha aceptado casarse conmigo.”
“¡Estan son grandiosas noticias! Casi tanto como las mías. Ella es la esposa perfecta para ti. Es la única persona que he conocido jampas que puede enfrentarte. Nunca olvidaré la forma en que te burlo cuando se quedó con nosotros en Netherfield, cuando Jane estaba enferma. Estabas aburrido y en uno de tus augustos humores. Caroline estaba admirando todo lo que hacías y decías. Recuerdo haber pensado que sería una tragedia que te casarás con ella. Ella te convencería de que estabas por encima de todos en todos los aspectos. ¡No es que necesites mucho convencimiento sobre eso!”
Me reí.
“¿En verdad era tan arrogante?”
“Lo eras,” dijo Bingley. “¡Sabes que lo eras! Pero Elizabeth se asegurará de que no lo vuelvas a ser. ¿Cuándo planean casarse?”
“Tan pronto como sea posible. Elizabeth necesitará tiempo para comprar los vestidos de novia, y si desea hacer cualquier alteración a Pemberley antes de que llegué, entonces necesitare tiempo para hacerlo. De otra forma, me gustaría casarme ya.”
“¿Alteraciones a Pemberley? Debe de ser amor,” dijo Bingley. “Estoy seguro de que serán muy felices.”
“Estabamos hablando sobre ello, Elizabeth y yo. Hemos decidido que tu y Jane serán felices, pero que nosotros seremos aún más felices.”
“Oh no, en eso nunca acordaremos.”
El carruaje paró.
“¿Le dirás a Caroline, o se lo diré yo?” preguntó Bingley mientras entrabamos. Inmediatamente prosiguió: “Tal vez sea mejor que me permitas decírselo, o es posible que diga algo de lo que se arrepienta al escuchar las noticias.”
“Como desees.”
Al entrar a la casa, me retiré a la librería, para pensar en Elizabeth, y en el futuro.